men1

Daniel Monroy/ Opinión/

Siempre que hago una crítica a ciertos sectores empresariales de nuestro país, recibo comentarios como “vos sos socialista”, “de seguro te gusta el modelo cubano”, o el más exagerado de todos: “vos seguro hubieras sido guerrillero”. Hay una abismal diferencia entre repudiar la corrupción en la que algunas empresas se encuentran inmersas y en ser adepto del sistema socialista y creer en la premisa de la propiedad social sobre los medios de producción. En lo personal, me inclino más por creer que la propiedad privada sobre los medios productivos constituye una salida viable para generar riqueza. Déjenme explicarles por qué.

Actualmente es muy difícil concebir una sociedad donde todos los medios para producir sean de propiedad social. Si contando con un conjunto de normas que regulan las relaciones humanas vemos actos deleznables, no imagino cómo sería un sistema donde se da por sentado que los hombres conviven en suprema armonía y por ende, pueden distribuirse todos los medios para producir y así, poder satisfacer sus necesidades.

En cambio, la propiedad privada tiene como función tutelar al empresario para que pueda emprender, desarrollar negocios, generar riqueza y sobre todo, generar empleos. No obstante, en un país tan desigual, donde las oportunidades y el nivel de vida cambian según la región donde se habita, hay algunas personas que nunca van a poder conocer en qué consiste desarrollar una idea de negocio que genere utilidades para poder  brindarle a sus familias una vida estable.

La realidad guatemalteca es muy compleja y requiere un análisis más minucioso.

Es por ello que existe tanta conflictividad en cuanto a la tenencia de la tierra y a la poca accesibilidad que tiene los campesinos a la misma, convirtiéndolos en uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. Es aquí donde resalto la importancia de los empresarios –eso sí, honrados y con gran sensibilidad social- y los futuros emprendedores que todavía no han saltado a la palestra.

Constituye un sueño atisbar nuevas generaciones de emprendedores que entiendan la importancia de la empresa para construir una sociedad diferente. La importancia estriba en la siguiente premisa: la empresa debe verse como un medio para generar empleo. Cuando el enfoque principal es la acumulación deliberada de riqueza, no importan los medios para conseguir el objetivo y es en ese punto donde intervienen factores como el soborno a políticos y la evasión de impuestos.

Los guatemaltecos necesitan otra clase de empresarios.

Los nuevos empresarios deben enamorarse de la idea que los empleos que ellos generen van a sacar a Guatemala del pauperismo en el que nada este barco, lleno de problemas e injusticias sociales. Si invierten en la fuerza laboral, serán más productivos y lo de las utilidades y las ganancias, será un tema que traerá consigo un alborozo de alegría.

Lo que trato de dar a entender, es que es necesario abrazar el principio de la supremacía del trabajo humano. Quizás es muy subjetivo e incluso, utópico. Sin embargo, me gusta soñar y creer en que la oleada de nuevos empresarios trae una mentalidad diferente; que entienden cómo funciona el mercado y conocen cómo éste puede aliviar los males de nuestra lacerada sociedad. Lo de resolver el conflicto en qué tanto Estado y qué tanto Mercado, es tema de otra columna. Lo que importa por ahora es que los guatemaltecos estamos ansiosos por ver cómo se renueva el sistema económico y por consiguiente, la situación económica del país.

Creo firmemente en que si hay más emprendedores, se crean más empleos, el mercado es más competitivo, los niveles de pobreza disminuyen y por consiguiente, este país finalmente puede empezar a reír.

Imagen

Compartir