Carlos Martínez / Opinión /
Mucho se ha escrito sobre la importancia de perseguir nuestros sueños. O al menos, en la medida de lo posible, no desfallecer en el intento.
Frasecitas como “lucha por lo que quieres”, “persigue tus sueños” o “nunca te des por vencido” se han convertido en consignas muy propias dentro del argot popular que constituyen verdaderos principios de vida para muchas personas. No obstante, muchos de estos mensajes que al principio eran notoriamente poderosos e innovadores, poco a poco han ido perdiendo la novedad, casi cruzando la línea del cliché. Y es que todo mundo habla de sus sueños, pero en la praxis pocos trabajan para conseguirlos, creyendo que las cosas caerán del cielo por gracia divina.
Personalmente, mis sueños son los que me motivan día a día. Tengo ganas de comerme el mundo y eso me hace darle gracias a Dios por cada nuevo amanecer. Y así como yo, apuesto que ustedes también tienen en su mente y en su corazón muchas cosas que les gustaría hacer en la vida. En fin, no quiero desviarme del tema que realmente me interesa. Este no es un artículo motivacional, o por lo menos, no es esa mi intención.
Quiero dedicarle estas breves líneas a un personaje muy complejo. Un personaje interesante, al menos a mi parecer. Siniestro, pero interesante al fin. Un personaje que los guatemaltecos y guatemaltecas conocemos bastante bien: Manuel Baldizón.
Tal y como debe ser, no pretendo juzgarlo como persona. En realidad no lo conozco y, francamente, no me interesa hacerlo. Quiero juzgar al político, al show man que ha recorrido Guatemala – al menos eso dice él – por más de 10 años. Eso sí me interesa, y debería interesarnos a todos, pues es nuestro país el que está de por medio.
Siempre me he preguntado ¿qué pasa por la cabeza de Baldizón? ¿qué es lo que lo motiva? ¿por qué trata de venderse como el salvador de la patria? No sé a ustedes, pero a mí me parece increíblemente cómico cuando aparece en escena y se refiere a sí mismo en tercera persona: “Manuel Baldizón cree en la gente”, “Manuel Baldizón está comprometido con los pobres” o “Manuel Baldizón conoce las necesidades del pueblo”. Manuel Baldizón aquí, Manuel Baldizón allá. ¡Qué ego el de Manuelito!
Con el pelo engominado, los lentes cuadrados marca ‘Baldizón’, la corbata roja, la sonrisa fingida y su singular tono de voz, se presenta a la población como un empresario exitoso y un gran académico del Derecho. Y es que Manuelito tiene un sueño, una meta que quiere alcanzar sin importar lo que tenga que hacer para conseguirlo: Manuelito quiere ser Presidente.
Insisto, y regresando a mi reflexión inicial, todos tenemos sueños que queremos cumplir. El problema es que pareciera que Baldizón se tomó muy a pecho su sueño de gobernar Guatemala. El tipo quiere llegar a la primera magistratura del país, y ha construido toda una pandilla roja a su alrededor para conseguirlo. La derrota electoral no es una opción.
Al César lo que es del César, y tratando de ser justos con Manuelito, hay que reconocer que ha logrado construir un partido muy bien estructurado en el interior de la República, lo cual lo ha llevado a posicionarse – para infortunio de todos nosotros – como una figura fundamental dentro del mapa político nacional.
Al día de hoy, la pandilla roja se encuentra totalmente desacreditada ante los escándalos de corrupción que se han destapado últimamente, al menos en el área urbana. Y eso le preocupa de sobremanera al Doctor, pues ha visto cómo la guayaba – que hace unos meses tenía tan segura – poco a poco se le ha ido escapando de las manos. Manuelito tiene miedo a no cumplir su sueño.
Sería bueno precisar que existe una fina y delgada línea entre un sueño y una obsesión. La pregunta del millón para nuestro querido Manuelito sería: ser Presidente, ¿es su sueño o su obsesión?
En lo que a mí respecta, me da la impresión que Baldizón está obsesionado con ser Presidente. Pareciera que su ego es más grande que su deseo de trabajar por Guatemala. Su sentimiento de superioridad le reclama ser Presidente. Su inflada autoestima y su delirio de grandeza se lo piden a gritos. Eso sin mencionar, además, que se encuentra comprometido hasta el cuello con sus financistas, que dicho sea de paso, sólo Dios y su conciencia saben quiénes son.
Especulando un poco, me atrevería a decir que Manuelito tiene pesadillas con el señor Comisionado de la CICIG. Se me hace que Manuelito alucina con la silueta de Iván Velásquez que se refleja en los espejos de su casa y que la imagen del hombre de la barba acanada lo persigue desde el momento en que abre los ojos.
Por si quedaran dudas sobre lo que digo, la prueba más fehaciente e inequívoca del sufrimiento de Manuelito es que fue a quejarse – tal cual niño berrinchudo – a la Organización de Estados Americanos, acusando al señor Comisionado de interponerse en su camino a la Presidencia. Manuelito le tiene pavor al Comisionado, ni dudarlo. Y por si fuera poco, Iván el Temible cuenta con una gran aliada en el combate frontal a la corrupción – y de paso contra la pandilla roja de Baldizón – la Fiscal General de la República, Thelma Aldana.
¡Qué ingratos con el pobre Manuelito! El panorama del camino a la Presidencia, que hasta hace algunos meses parecía totalmente despejado, ha cambiado dramáticamente. Baldizón estaba tan seguro de su victoria que se atrevía a pregonar a los cuatros vientos que ganaría las elecciones en primera vuelta.
La aparición en escena de Iván el Temible y Thelma Aldana tienen angustiado al Doctor. Aún así, sigue posicionado como el candidato más fuerte para ganar los comicios electorales. ¡Pecado fuera! Si ha invertido millones para ser el vencedor de la contienda electoral. ¿Para qué lo vamos a negar? Nuestro amigo Manuelito se ha esforzado por cumplir su sueño.
Ah, pero eso no es todo. A Manuelito le siguen lloviendo las desgracias. Por si los procesos de antejuicio contra su vice-presidenciable Edgar Barquín y varios de sus diputados no fueran suficiente, aparece en escena un nuevo personaje que preocupa a Baldizón mucho más que el Comisionado y la Fiscal General. ¿Su nombre? Jimmy Morales.
Sin duda, el más beneficiado del declive de Baldizón y del resto de la clase política corrupta ha sido este actor y administrador de empresas que, contra todo pronóstico, amenaza con arrebatarle a Manuelito su sueño de llegar a la Presidencia. Así las cosas, la incertidumbre reina en el país. No sabemos quién ganará la batalla final en esta historia que, pareciera un cuento infantil, pero es más realidad que fantasía. Ya ni en las encuestas se puede confiar.
Por favor, no me malinterpreten. No utilizo el término ‘Manuelito’ porque le tenga cariño al candidato, sino porque me parece cómico y hasta algo dantesco todo lo que hace. Creo que Baldizón representa todo – absolutamente todo – lo que no debería ser un político.
Quien se quiera dedicar a hacer política y quiera ocupar algún cargo público, debe tener como característica fundamental una vocación de servicio. Contrario sensum, Baldizón es un megalómano, necesitado de adulación, reconocimiento y poder, que cree que es el centro del universo y que todas las cosas que suceden en el planeta tierra giran en torno suyo.
Me da mucha cólera, lo digo con sinceridad, saber que el jefe de la pandilla roja tiene comprados a muchos medios de comunicación. Me da cólera saber que tiene un canal de televisión donde promociona su imagen ‘mesiánica’ de salvador de la patria. Me da cólera saber que tiene comprados a periódicos que publican encuestas donde lo consagran como el candidato que encabeza las encuestas con porcentajes absurdos de intención de voto. Me da cólera que Baldizón haya montado un plan malévolo para llegar a la Presidencia. Me molesta en demasía ver su rostro en las esquinas de todas las calles del país. ¿De dónde ha sacado todo ese dinero?
Seguramente Manuelito nunca vaya a leer este artículo, pero quiero que sepa que no voy a votar por él. Y tengo miles de razones para explicar mi decisión, pero me quedo con una: no voy a votar por Baldizón porque Guatemala se respeta.
No quiero que mi país sea una más de sus empresas.
A pesar de todo, es probable que el hombre del pelo engominado y las gafas cuadradas gane las elecciones. Él y su pandilla roja han trabajado lo indecible desde hace mucho tiempo para cumplir su sueño. Ni bien Otto Pérez estaba tomando posesión de su cargo y la gente de Líder ya estaba haciendo campaña anticipada.
Alguna vez dijo Nicolás Maquiavelo que “el fin justifica los medios”. Sin embargo, en el caso de la carrera por la Presidencia, me parece que la frase no es aplicable. De conformidad con la Constitución, el Presidente de la República representa la unidad nacional, y a mi juicio, Baldizón representa la antítesis de aquel sagrado principio jurídico que reza que el interés colectivo prevalece sobre el particular.
Debo reconocer que Manuelito ha perseguido su meta con ferocidad. Por lo que, tratando de ser lo más objetivo y realista posible, las probabilidades de que al final de cuentas logre su cometido son muy altas. Lamentablemente, el sistema político podrido que impera en la actualidad se lo permite.
Una vez más, estoy de acuerdo en que todos tenemos sueños y anhelos que queremos cumplir. Y eso está bien. De hecho, estamos en todo nuestro derecho de perseguirlos. ¡De eso se trata la vida! Con esto no estoy diciendo que querer ser Presidente sea malo. Es el cargo más importante del país. Un honor. Un privilegio. Una oportunidad de oro para servirle a la tierra que te vio nacer y tratar de contribuir a su progreso y desarrollo.
Lo que sí me parece incorrecto y deshonesto, es tratar de llegar a la Presidencia con el objetivo de satisfacer el ego desmedido de una persona y beneficiar los intereses de su bolsillo.
Por último: no es que los otros candidatos sean santos de mi devoción, ni mucho menos. Por el contrario, en contraposición a lo que se esperaría en un proceso electoral transparente y democrático, la mayoría de candidatos tienen cola que les pisen. Eso sí, de entre la masa de candidatos, nadie me puede negar que Manuelito es el personaje más “peculiar”, digámoslo así. ¿A poco no?
Nuestro Manuelito es un hombre decidido y obstinado. Tiene la Presidencia entre ceja y ceja, y como él mismo dice: “No va a descansar hasta conseguirlo”. Su obsesión es clara. Baldizón quiere ser Presidente y no le importa pasar por encima de la ley.
Él quiere cumplir su sueño, cueste lo que cueste.
Por eso mi mensaje para ti, hombre del pelo engominado.