Por allí dicen que viajar es pararse al borde del mundo, y desde allí, ver la infinidad de mundos que existen. Al viajar, establecemos contacto entre sociedades y culturas distintas, y con ello nos volvemos conscientes de lo diferente. El viaje como forma, nos permite conocer y aceptar lo hasta ese entonces desconocido.
En Guatemala, para encontrar lo desconocido no es necesario salir del país. Un viaje y un encuentro entre todos los guatemaltecos nos llevaría a multiplicidad de elementos e identidades. El choque con lo diferente no lo encontraríamos únicamente con las identidades y diferencias personales, sino también, y principalmente, con las identidades de grupo y nación. En los años noventa, a partir de la firma del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, como parte del proceso y los Acuerdos de Paz, se re-inició en el país un proceso de diálogo alrededor del tema de identidad nacional. El reconocimiento de los cuatro grandes pueblos, maya, xinca, ladino y garífuna, se dio en este proceso de consolidación de la paz.
Fue hasta este reconocimiento que se da una apertura real para un diálogo en torno a la multiculturalidad del país. La historia de Guatemala, a diferencia de la de vecinos cercanos como México, da cuenta que el Estado guatemalteco nunca optó por hacer del mestizaje una ideología e identidad nacional. El otro, aquel que no era blanco, siempre fue visto como inferior y alguien al servicio de los grupos oligarcas del país. La separación del guatemalteco en dos grandes grupos, indígenas y ladinos – todos aquellos que no eran indígenas-, fue el inicio de la estructuración de nuestras actuales prácticas y formas de pensar. ¿Es posible decir que en Guatemala aceptamos el mestizaje como algo positivo?
“¡Tenés cara de Tecún Umán!” o “Ya quisieras tener mi porte de italiano”, frases comunes en las conversaciones del guatemalteco, dan respuesta a nuestra pregunta. Estas frases, que seguramente todos hemos escuchado en las aulas o en los pasillos de la Universidad, no son más que el reflejo de una sociedad fragmentada, que continúa considerando al “blanco”, en este caso al ladino, como alguien superior, más avanzado y mejor. .¿Cuándo iniciaremos a ver que la construcción de una identidad nacional, pasa necesariamente por todos?
La Universidad Rafael Landívar, desde la Vicerrectoría de Investigación y Proyección, le ha apostado desde el 2009 a trabajar con cinco grandes desafíos, siendo dos de ellos la lucha contra la fragmentación de la sociedad, “investigando y ofreciendo modelos de construcción y reconstrucción del tejido social y fomentando la proliferación de redes sociales con proyectos que generen identidad para corregir la rotura y fragmentación que ha sido la consecuencia de tantos años de guerra, enfrentamientos, racismos y violencia”; y la lucha contra todo lo que impide y frena la multucultralidad, “descubriendo los fundamentos profundos de un respeto y de la posibilidad de unión en la diversidad, que tendría en el diálogo- en todas sus dimensiones – su profundo vehículo. Esto, en una Guatemala pluri-étnica, pluri-lingue y de diversas culturas y religiones, es de capital importancia”.
Es necesario que toda la comunidad landivariana, tanto docentes, estudiantes, investigadores y personal administrativo, asumamos estos desafíos como nuestros, y que exista desde la Universidad un verdadero esfuerzo por contribuir a nuestro cambio de esquemas. Los centros educativos deben dejar de ser espacios de producción y reproducción de ideologías racistas y discriminadoras, evitando caer únicamente en discursos que luego los estudiantes dejarán tirados al salir del aula. Buscamos un cambio verdadero, y desde Brújula, deseamos apoyar el cambio. Poner el tema en discusión en esta edición y buscar que como estudiantes landivarianos platiquemos sobre ello, creemos que es un buen inicio.