El 11 de septiembre del 2017, el Congreso de la República votó para retirarle inmunidad al presidente. La votación quedó de esta manera:  104 en contra y 29 a favor. Este resultado ha provocado que comentarios como “yo no tengo presidente” o “ellos no me representan” aparezcan de nuevo en las redes sociales, como una especie de Déjà vu. Muchos trataban de comparar la forma como se estaba desarrollando el proceso del antejuicio con lo sucedido durante el 2015 , sin embargo, las protestas no tuvieron la misma intensidad, la comisión realizó un trabajo express y las bancadas que negociaron mantener al presidente solamente les tocó emitir su voto.

Pero mas a allá de ser otro momento de decepción, este debería de ser un momento de reflexión, un momento para mirar a todos aquellos movimientos que nacieron en la plaza y preguntarles si han evolucionado, se congelaron o simplemente se desvanecieron. Debe ser un momento también para preguntarse si la plaza es el mecanismo para influir o fue un punto de encuentro para que se pensara en proyectos aún más grandes.

Como cuando se le brinda la tutela de un niño a otra persona, es debido a que el menor necesita a un adulto que lo proteja, porque no tiene las capacidades para tomar las decisiones o las responsabilidades sobre muchas cosas en su vida. La tutela del menor termina cuando este llegue a una mayoría de edad o cuando consigue a otra persona que se pueda hacer cargo de ella.

Entendamos de la misma manera (por esta columna) la labor de la CICIG en el país. Su labor es de apoyar en las investigaciones al MP en casos de cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos de seguridad (CIACS), y emitir la recomendaciones sobre la adopción de acciones para combatir estos grupos.

Esa es su labor de tutela al Estado de Guatemala.

Las investigaciones que se vienen realizando desde el 2015 hasta la fecha han tenido un impacto significativo en la sociedad y en la opinión publica, provocando las protestas y los movimientos que ya conocemos. Sin embargo, una tutela tan importante tiene sus limites y su duración, debido a que la idea de la tutela es de que algún día esta pueda retirarse.

Y por eso planteo la pregunta en el titulo: ¿Estamos listos para gobernar? Porque si bien, la tutela nos estaá ayudando a limpiar y a luchar contra la corrupción, tenemos que empezar a darnos cuenta que nos toca poner de nuestra parte. Movimientos como Semilla, SOMOS e inclusive los nuevos liderazgos en la AEU, son una muestra de los esfuerzos que sí se pueden realizar para tomar las riendas de lo que estaba cooptado.

Porque hay que pensar que partidos como FCN-Nacion, TODOS, MR y otras bancadas formadas dentro del Congreso, fueron las que rechazaron retirar la inmunidad al presidente, probablemente ellos no te representan, pero sí fueron llevados a Congreso por parte de otras personas que se vieron obligadas a votar por los partidos que se les presentaron en la boleta. Y lastimosamente, vemos la importancia de la institucionalidad y de la representatividad, cuando más la necesitamos.

Tenemos que pensar en el siguiente paso:  en apoyar las propuestas que tomaron la valiente decisión de seguir juntándose después de la plaza y concretar proyectos políticos.

Ellos fueron los que se dieron cuenta de que hay formas en las cuales se puede llegar a hacer gobierno, de retomar las instituciones e influir de una manera que les permita pensar en planes a futuro.

Nos queda pensar en cuándo llegará el momento para terminar con la tutela: ¿Cuándo lleguemos a tener una mayoría de edad o cuándo logremos tener las capacidades para administrar nuestros propios asuntos?.

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