Gabriela Sosa/ Colaborada
¿Por qué debería importarle a esta generación algo sucedido un par de décadas antes que naciéramos? Total, la paz se firmó cuando éramos niños y en mi familia a nadie mataron, entonces no importa.
Suena terrible ya dicho así, ¿cierto? Pero esa es la idea que lamentablemente comparten muchos. Veo pasar jóvenes por los pasillos de esta universidad, hablando de fiestas, partidos y el hijo de Shakira. Veo la indiferencia, esa que ni a propósito se da; la veo en aquellas que se sientan todo el día a plancharse el cabello en el baño, escapándose de catedráticos/as que tratan de meterles algo más en la cabeza que verse bonitas; la veo en aquellos que pierden clases por pasársela en el “R”, sin importar cuánto paguen sus padres mensualmente; veo la indiferencia, el poco interés por lo que sucede a la vuelta de sus casas o a diez metros de sus condominios.
No pretendo ser mejor que ellos, no pretendo conocer los detalles políticos de cualquier país -incluyendo el mío-, no pretendo incluso leer los periódicos de principio a fin a diario; eso sería sumamente hipócrita. Sin embargo, me pregunto: ¿cómo va a avanzar un país que ni siquiera conoce su historia? A veces me gustaría decir que la gente en realidad no elige a su gobierno, que el sistema está corrupto hasta sus cimientos. Y sí lo está, pero no precisamente por la corrupción de los políticos.
Lo está porque es un círculo sin fin de indiferencia, en la mayoría de ámbitos de la sociedad.
Pregunten por ahí, a estudiantes de esta misma universidad, muchos ni siquiera tienen conciencia que en Guatemala hubo guerra, mucho menos hablar de genocidio. En los colegios casi no se discute sobre ello y al momento que se llega a la universidad, donde sí se tratan esos temas -a veces-, muchos ya están condicionados a ignorarlos. “No me afecta”; probablemente no lo dirán directamente, pero esa es la idea, la idea que se planta en nuestras cabezas desde niños. Que al nivel de personas que tenemos acceso a educación privada y superior no le afectan esos temas “demasiado reales y confusos” porque “de todas formas mis papás me van a mandar fuera de Guate después” o “me voy a casar, sólo estudio mientras tanto”.
¿Por qué Guatemala está como está? No porque seamos inferiores a otros países, no falta gente inteligente, no falta gente capaz, no falta tampoco voluntad.
Lo que falta es equidad: equidad de interés y equidad de recursos. Quienes tienen el interés, usualmente no tienen los recursos; y quienes tienen los recursos, usualmente no tienen el interés. Esta generación debe empezar a preocuparse o el círculo continuará, ya que los hijos de esta generación aprenderán lo mismo….o serán aún, más indiferentes.
Por supuesto que para cambiar Guatemala hay que promover educación, batallar la desnutrición, el desempleo y otros problemas; pero más importante que eso, veo el recalcar en la población nuestra historia, nuestra herencia. No como algo que le pasó a alguien más hace mucho tiempo, sino como algo que nos afecta a todos. Todos vivimos en Guatemala ¿o no?
Si se va a vivir dentro de la burbuja, al menos hay que aceptar que se está dentro de una y ver que se puede hacer desde allí. Debemos aprender a hacer algo útil con las oportunidades que tenemos, a hablar por aquellos que no pueden. De lo contrario, ¿para qué sirve tantos miles en educación privada? ¿De qué sirve, díganme, el pasar doce años de colegio y cuatro o cinco de universidad? Somos menos del 3% de la población guatemalteca los que tenemos acceso a estudios superiores. ¿Y para qué lo estamos haciendo? ¿Para ganar dinero, mientras nos seguimos quejando de un país del que nunca pudimos irnos?
Aquí nacimos y probablemente nuestros hijos también lo harán. Si queremos que Guatemala cambie, ¿por qué no la cambiamos nosotros? Nadie más lo hará.