Fut2

Juan Pablo Romero/ Colaboración/ Los Patojos

No creo inventar nada.
Quizá sólo actualizo
la manera de hablar de algunas cosas.

Fragmento del poema Así, Sencillamente
Francisco Morales Santos, Asalto al cielo.

Guate no significa nada, porque no existe, no es país, no es nación. Culturalmente mi país es llamado así, pero es un terrible error. Guate me suena a un planeta extraño que está en alguna parte del Universo, pero de Guatemala no están hablando. Guatemala no es Guate, nuestra patria tampoco es un sonido débil o plástico, mucho menos una excusa o miedo a aceptar las miles de realidades que existen y que lamentablemente en su mayoría son difíciles, violentas y complicadas de asumir; pero es lo que es y gran parte de esta problemática se debe a la insistente necesidad de no aceptar que el sistema guatemalteco es deficiente y que mientras no seamos capaces de llamarnos como nos llamamos, de asumir nuestras historias como son y de referirnos a la patria por su nombre, no surgirán nada más que intentos superficiales y discursos suavecitos con ciudadanos “lights”, de esos que inmediatamente se proyectan como “ciudadanos positivos y llenos de alegría”, pero no es así, no hay que confundirnos, a mí no me engañan y no me inspiran positivismo.

Es urgente mejorar la organización social, política y educativa del país, hay que asumirnos tal y como vivimos, porque nuestra historia ha sido triste e injusta, pero en lugar de llamarle Guate, hay que conocerla y trabajar con mucha luz y compromiso social, porque Guatemala es tierra de hombres y mujeres de maíz, valientes y creativos. Porque Guate no es Guatemala, Guatemala es Guatemala. Así de simple. No existe un “Vamos Guate”, porque tampoco se dice a dónde. Existe Guatemala, y viene de una historia de sangre, discriminación y represión que hay que saberla y socializarla sin miedo en las escuelas, en las familias, en las iglesias y en las burbujas sociales de mucho pisto, para sanarla y no repetirla, en ese momento, sabremos dónde estamos y eventualmente a dónde vamos.

 Entretenimiento y recreación para la niñez y juventud guatemalteca.

Si no fuera por proyectos comunitarios, grupos religiosos, de baile y organizaciones deportivas, este país y sus pequeños gigantes (niños, niñas y jóvenes) ya se hubiese colapsado.

El Estado de Guatemala, en este caso, los gobiernos guatemaltecos, no han podido responderle a la niñez y juventud sobre las opciones que ofrecen alternativas de entretenimiento sano y recreación diaria en las horas donde ya no hay nada que hacer. Yo le les llamo las horas híbridas, el tiempo de nadie, el tiempo muerto, el tiempo de la formación social para ser antisocial.

Mientras los adultos trabajan o buscan trabajo fuera de casa ¿qué sucede con la niñez y juventud que debe quedarse sola? ¿Los que pasan horas sin comer o los que en definitiva no comen, los que no tienen dirección, los que llegan a casa y no hay nadie, los que salen a la calle, y se pierden buscándose? Podemos responder con facilidad que hacen tareas o juegan con sus amigos en la calle, o ven programas de televisión educativos y sanos, navegan en internet por sitios no peligrosos ni pornográficos, que saben manejar las influencias occidentales y extranjeras sobre estilos de vida que contextualmente a Guatemala todavía no se adecúan  -droga, narco, novelas, dinero, poder, consumo, etcétera- pues no le corresponden.

Acá cierran escuelas abiertas, cobran en las canchas deportivas y se promueve la cultura colombiana del narco por la televisión nacional. Las aspiraciones de la niñez y juventud guatemalteca una vez no tengan nada que hacer, son tan débiles y conformistas como el sistema político y social en el que viven. ¿Quién tiene la culpa? o me vendrán con la mentira de, “no se trata de buscar culpables, sino soluciones”.

Es urgente generar espacios como los proyectos comunitarios que ofrecen horas de vida, expresión y seguridad para la niñez y juventud. No solo la escuela o la familia son suficientes para prevenir la destrucción de una sociedad, hay que reconocer los esfuerzos de organizaciones no gubernamentales que salvan a nuestra niñez y juventud creando comedores, clínicas médicas, centros culturales, proyectos educativos alternativos y ambientales; estas instituciones evitan que la niñez y la juventud, pasen tiempo en la calle, frente a la tonta caja negra y que se involucren en procesos antisociales de drogadicción, delincuencia y criminalidad.

El fútbol es el fútbol

A mucha gente nos apasiona el fútbol, y a mi criterio, el mejor fútbol en Guatemala está en las calles, ahí donde se juega por amor; porque si se trata de la selección nacional, o hay jugadores que venden partidos o simplemente el nivel técnico y futbolístico es deficiente. Sin embargo, a pesar de ser una de las peores selecciones de fútbol del mundo, económicamente no parece serla.

Recientemente, luego de una masacre de 8 policías en Salcajá, la flamante selección nacional enfrentó a la selección nacional de Argentina, recibiendo con mucha alegría 4 goles en contra y aplaudiendo con toda la algarabía del caso, la humillación recibida a nivel mundial, demostrando dos cosas claras: la primera es, la deficiencia de la selección y sobre todo, el pago millonario para que los argentinos vinieran a dar un show con su mega estrella Messi, a quien lamentablemente, el pueblo guatemalteco idolatra y admira con mucha esperanza de ver algún día a un pando o un pescado con el mismo nivel. Y la segunda, que invertir tanta plata en algo tan estúpido para mantener al pueblo guatemalteco idiotizado, es una ofensa profunda y para muchos actores sociales que luchan incansablemente por una vida digna. El derroche de los recursos de esa manera es imperdonable.

Un país que está entre los 25 países con los índices de desnutrición más elevados, con muertes violentas diarias, amenazas del crimen organizado a los pequeñas empresas por medio de las extorsiones y secuestros, con sistemas educativos de baja calidad, con hospitales desatendidos y sin equipo,  con cientos de niños y niñas en la calle y ancianos abandonados, en fin, la lista continúa.

Me pregunto, por qué tenemos que aceptar estas actividades como las más importantes a nivel sociedad guatemalteca y hagamos invisible lo visible, fomentando la indiferencia, el no tener memoria, es decir, olvidar rapidísimo, y generar conformismo social. Hay que tener cara para saberlo y no hacer nada al respecto. Mientras haya niños y niñas muriendo de hambre e inocentes masacrados por la violencia, no es justo para la vida que sigan manifestándose con tanta fuerza e indiferencia este tipo de eventos, la plata hay que invertirla en educación, alimentación y seguridad. No nos perdamos, o mejor dicho, que no nos desvíen.

Hay que estar atentos, es posible heredar una Guatemala menos tonta, plástica y absurda por una más inteligente, real y coherente a nuestras generaciones venideras. Es posible y depende de nosotros y nosotras, los y las de la Guatemala que asume sus errores y trabaja comprometidamente para enmendarlos. Guatemala, no sos un país pequeño, sos una Patria Grande.

* Artículo forma parte de Revista Jocotenango a Fondo de la Asociación Los Patojos.

* Fotografía: Los Patojos

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