Aubrey Guillén / 

Luego de un proceso electoral atípico envuelto en diversos casos de corrupción por parte de diversos funcionarios y candidatos, varias semanas de manifestaciones pacíficas y la salida de la contienda electoral de Manuel Baldizón, tenemos un nuevo Presidente.

Sin duda alguna, el año 2015 quedará para la historia del país, ver a altos ex funcionarios ligados a proceso por casos de corrupción es algo que no se da todos los años y tampoco en todos los países. Podemos estar orgullosos que las manifestaciones ciudadanas pacificas jugaron un papel de suma importancia en los últimos acontecimientos políticos del país. Guatemala en las últimas semanas ha sufrido un proceso de metamorfosis digno de admirar; uno de los primeros resultados del mismo fue la renuncia de la ex Vicepresidenta Roxana Baldetti, seguido de la caída de Otto Pérez Molina.

Una semana previa a la primera vuelta electoral -en donde según el Tribunal Supremo Electoral- se registró la participación más alta en los últimos 30 años con un 70.38%.

Otra de las grandes victorias fue que Manuel Baldizón precisamente entendió que “no le tocaba”, prueba de ello fue su fracaso en las urnas y el fin (al menos en teoría) de su carrera política. En medio de la turbulencia política en el país la economía siguió su ritmo y, a pesar de todo, de acuerdo a las últimas proyecciones, se estima que crezcamos un 4%, una cifra aceptable tomando en cuenta el contexto internacional.

Guatemala es un país bello y lleno de oportunidades, que a pesar de la mala administración de algunos funcionarios públicos, como país seguimos adelante. A pesar de ello, no podemos dejar a un lado la importancia de la participación ciudadana en todo este ambiente. Si bien, Habemus nuevo Presidente, el proceso de construcción de una nueva Guatemala es algo en lo que como ciudadanos debemos trabajar día a día.

La dinámica democrática no acaba con haber ido a votar; es más, me atrevería a decir que ese es solamente el punto de partida. La participación ciudadana es la clave para el desarrollo integral de la población. Anteriomente cité ejemplos de los logros de las manifestaciones pacíficas, pero estoy convencido que si como ciudadanos nos involucraramos más en la esfera política del país estos casos de corrupción no se darían de forma repetitiva, abusiva y por qué no decirlo, descarada.

Habemus nuevo Presidente, pero para tener una nueva Guatemala necesitamos más que un cambio de autoridades, necesitamos un cambio generacional cualitativo en la clase política, y esto se logrará a través de la participación ciudadana.

Si bien es cierto, que en términos marcroeconómicos “vamos bien” (al menos eso dicen la mayoría de economistas), en cuestiones micro estamos muy mal. De acuerdo a la CEPAL más del 70% de la población en el país es pobre. Los problemas de Guatemala son multidimensionales y complejos, a tal grado que nuestro nuevo presidente no podrá resolverlos de manera unitaria. Una nueva Guatemala será posible con participación ciudadana, entonces la pregunta aquí sería ¿a dónde querés llevar a tu país? Más que tener fe en un nuevo presidente, debemos tener fe en nuestra gente. Un cambio de actitudes cotidianas producirá un cambio de mentalidad, cuando todos nos percatemos que realmente somos capaces de hacer algo por el país y dejemos de ser conformistas construiremos una nueva Guatemala.

Hay que romper paradigmas (robé una frase, pero como dicen ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón), el gobierno se ha considerado como algo abstracto, astral o inclusive sobrenatural y sobre todo, lejano totalmente a las necesidades de la población. Recordemos, las autoridades no son más que nuestros servidores, pero para que nos sirvan debemos tener claro a dónde queremos ir.

La participación ciudadana ha sido ampliamente estudiada por diferentes académicos, entre ellos Stocker, quien sostiene que las ventajas fundamentales que resultan de la participación ciudadana abarcan en que la participación redunda en decisiones más adecuadas, servicios más ajustados a las necesidades y ciudadanos más interesados. Esto se traduce en lo siguiente: a mayor partición ciudadana, menor grado de corrupción y más transparencia, lo cual generaría que nuestro dinero sea invertido en salud, educación, seguridad, infraestructura, etc. Es decir, que realmente atienda a las necesidades y carencias del país.

Seamos partícipes de la construcción de una nueva Guatemala, para que las próximas generaciones sean testigos de un mejor país, y finalmente podamos decir cada cuatro años, más que ¡Habemus nuevo presidente! Todos con un mismo sentir digamos ¡Habemus una nueva Guatemala!

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