Raúl Bolaños

Enrique Noriega/Corresponsal/Facultad de Ciencias Políticas y Sociales -URL-/

La pesadilla de muchos (quizás de todos). Cuando me asigné el primer curso con él, le pregunté a profesores y compañeros ¿qué tal es Raúl Bolaños? Todos me decían lo mismo: es el catedrático más exigente de todos, es tremendamente difícil, tan solo ganar la clase es un gran logro, a todos se los lleva el río.
Cuando recibí el curso comprobé -en efecto- que todo era cierto: es el catedrático más exigente que he tenido (y me llevó el río, bien llevado). Pero también es el catedrático más humano, más auténtico, que más se interesa en que sus alumnos sean buenos y que se ahoga con ellos. Y eso es invaluable.
En la gran mayoría de las clases, me daba una nueva idea sobre la cual reflexionar, un nuevo cambio de ideas, un nuevo impacto con la realidad, una nueva regañada. Y siempre acompañado de la frase: “Yo creo en ustedes, esfuércense”.
Su famoso discurso de la mediocridad, repetido hasta la saciedad pero con toda la razón del mundo. Si queremos ser mejores debemos romper esos vicios que nos hacen mediocres, que nos detienen, que únicamente nos hacen dar lo mínimo para alcanzar el resultado y nada más. Debemos exigirnos más, más y más, aunque eso nos muestre a nuestros demonios y la única opción sea enfrentarlos.
Usted representa la verdad incómoda de muchos. Puede ver la lucha interna de cada quien, puede ver el potencial en alguien y lo explota (aunque hay casos perdidos), nos ayuda a ser mejores (aunque siempre hay quienes no quieren ser ayudados). Y por eso, algunos lo quieren y algunos lo odian, hay una diferencia muy marcada entre ambos grupos, pero no deja indiferente a nadie. Eso es característico de una figura, y lo que usted es, nadie, absolutamente nadie se lo puede quitar.
Después de llevar clases con usted, me di cuenta de lo mucho que aprendí, mi visión del mundo cambió y comprendo quiénes son los catedráticos que valen la pena. A pesar de todo esto, aún tengo un gran reto pendiente con usted, por lo que espero volver a tenerlo como catedrático.
Usted es mucho más que un catedrático universitario, usted es un Maestro para la vida.
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María José Aguilar/
En mis cortos años de consonancia cognitiva -como diría uno de mis más respetados catedráticos- he aprendido que todas las personas que se cruzan en tu camino son maestros. Si pones atención y aprendes a observar, te percatas de que cada persona que se te cruza en un momento, día, mes o año de tu vida tiene una lección para enriquecerte como persona e individuo. Pues bien, a mi se me cruzó alguien por algo más de 5 meses que no solo significó una lección más de teoría, si no una lección para mi vida: Bolaños.
Empezaba el ciclo y yo estaba nerviosa. “Me toca con Bolaños …” -pensaba constantemente cada vez que me recordaba de la U. Todos hablaban de él como el más enojado, exigente, rudo y nada magnánimo de los catedráticos. El hombre me intimidaba más que los otros dos catedráticos más exigentes y renombrados de mi Facultad combinados. Durante los meses que tuve la dicha de ser su alumna, confirmé que lo que se decía de él era muy cierto y más que un hecho. Pero pasaron algo por alto que solo unos pocos alumnos suyos mencionan: lo que aprendes con él se te queda para toda la vida.
A muchos no les agrada que les digan su verdad en la cara o que te hagan ver tus carencias como estudiante e intelectual. Pero para apreciar correctamente la realidad y sentirte bien con ella debes aceptar muchas verdades incomodas. Raúl nos hacía notar muchas verdades incómodas. Nosotros los landivarianos de la Facultad de CCPP de la Universidad Rafael Landívar (no sé las otras facultades) tenemos la costumbre de “no hacer hoy lo que podemos hacer mañana”. Raúl me enseñó: “haz hoy lo que tengas que hacer para mejorar mañana”.
Yo no era de sus mejores alumnas durante el curso. Siempre entraba nerviosa y cuando debía entregar un trabajo entraba en pánico y hacía un mamarracho. Pero Raúl, si bien te señala todos tus fallos, también te ayuda a corregirlos. Cuando regañaba a la clase lo que decía te pegaba en el hueso. No se quejaba de su trabajo o se la pasaba quejando de lo desgraciado que es el país y lo comparaba con otros países. Él te pone los pies en la tierra, te empuja a huir de la mediocridad y la pereza, y dar tu mejor esfuerzo. Reta tu orgullo y tu inteligencia. No lo hace únicamente para que saques una buena nota; lo hace para que te percates de que sos mejor de lo que crees, para que te enriquezcas de experiencia, conocimiento, práctica.
No para que seas un alumno de “comprobaciones de lectura” que solo pone a prueba su memoria. Tampoco para que seas un profesional mediocre que se conforma con presentar proyectos que traten vidas humanas como números cuyo valor solo satisface las expectativas de un bolsillo. Lo hace para que te plantees tu futuro seriamente, que te preguntes no únicamente cómo estas dirigiendo tu carrera como analista político, sino también cómo estas dirigiendo el conocimiento que acumulas; si realmente lo estás valorando y aplicando para construirte un futuro -no para sacar 100 en el ensayo o para graduarte con honores de la universidad-. Y esa, es la enseñanza más grande que una persona puede darte, en especial un maestro que tiene la empatía de enseñarte todo lo que sabe para que incluso seas mejor que él en unos años.
Es por eso que quería decir que Raúl Bolaños es un gran Maestro. Un hombre ordinario, típico guatemalteco por fuera, con un humor oscuro que siempre nos sacaba una carcajada, pero con la peculiaridad de ser una persona con ideas de gran valor. Feliz día, Profesor.
Y conste, que solo llamo “Profesor” a los que más admiro, aprecio y respeto.
** Reconocimiento de corresponsales Brújula a algunos de sus docentes universitarios. 25 de Junio de 2013. Feliz día.
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