lactancia materna

Andrea Godínez y Laysa Palomo/ Brújula/

“He visto el cielo oscurecerse en instantes, cubrirse de gris por una nube gigante. He visto el agua que se tiñe de sangre y pueblos enteros que mueren de hambre”.

 – Eros Ramazzotti, Las cosas que he visto –

Hambre. Hambre, lo que nuestros pueblos padecen hoy. Propuestas han surgido recientemente para intentar contrarrestar una problemática enraizada desde hace mucho tiempo pero continuamos posicionándonos como el país número uno en desnutrición a nivel de continente. En la actualidad, diferentes proyectos se han preocupado de esta situación y han diseñado estrategias que reduzcan la tasa de mortalidad en niños menores de cinco años; sin embargo, ¿qué es lo que realmente han logrado alcanzar?

Diseño del Plan Pacto Hambre Cero

Hambre Cero es un proyecto gubernamental que busca disminuir y erradicar el hambre en todos los sectores del Estado de Guatemala que no tienen acceso a una alimentación segura/sana/adecuada, focalizado en los 166 municipios que presentan  una alta prevalencia de desnutrición crónica.

De acuerdo a Jaime Carrera, investigador y coordinador del Proyecto en Seguridad Alimentaria y Nutricional del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA), el Pacto Hambre Cero “es un plan que en su diseño atiende la mayoría de componentes que deberían tomarse en cuenta para asegurar la SAN de las poblaciones. Desde el tema productivo hasta la diversificación de ingresos, acceso al agua potable, gobernanza de los municipios, educación en seguridad alimentaria y el de una mejor coordinación interinstitucional ya que estos temas no son de un ministerio ni secretaría, si no que depende de muchas instancias dentro del gobierno. Sin embargo, de acuerdo a lo publicado en diferentes medios de comunicación, existen dificultades en la implementación del mismo, hay atrasos en las entregas, no se cubren los municipios y familias más necesitadas y el porcentaje de ejecución es mínimo, 15% del resultado esperado”. Este plan fue implementado como iniciativa de gobierno en febrero de 2012 con el objetivo de disminuir en un 10% la desnutrición crónica infantil a base de diversos proyectos de la mano con varias instituciones públicas y privadas.  Actualmente, de este plan se desprenden proyectos que se encuentran en fase de propuesta, otros extintos y algunos que prometen mucho, pero que requieren de  más coordinación de labores interinstitucionales que dinero. Algunos proyectos que se encuentran sustentados en este plan son los Huertos Familiares, la Harina Fortificada y la Ventana de los 1000 Días.  

Huertos Familiares

Los huertos familiares son sistemas de producción desarrollados por los miembros de las familias en pequeñas parcelas alrededor de sus casas; implican la participación activa de la comunidad, siendo desarrollados por grupos de familias que asumen una gestión compartida, de acuerdo al Instituto de Estudios del Hambre de España.  El gobierno de Guatemala, desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) ha implementando esta iniciativa en algunos departamentos del país.  “En el MAGA estamos produciendo estos huertos para las familias, escolares y comunidad en general, enseñándole a la gente a producir lo que va a comer, pero sanamente”, Eliú de León, del Viceministerio de Seguridad Alimentaria y Nutricional.

Para el investigador  Raúl Maas del IARNA, “los huertos familiares son una de las mejores opciones que tienen las familias que poseen una parcela de tierra en donde pueden cultivar a pequeña escala y con fines de autoconsumo hortalizas, frutas y otras plantas en pequeñas unidades productivas que contribuyen a enriquecer la dieta de las familias sin afectar sus bolsillos. Este se convierte entonces en un mecanismo exitoso y positivo en el sentido que asegura que las personas tengan una dieta más balanceada por la diversidad de productos cosechados”.  De acuerdo al Pacto Hambre Cero, los huertos se fortalecerían con la ayuda del gobierno con la semilla certificada y la provisión de fertilizantes y pesticidas. La semilla certificada asegura a los agricultores la producción de plantas saludables y alta capacidad productiva, asegurando que esta proviene de “buenos padres”.  Maas hace referencia en que “lo negativo es que últimamente se ha empezado a vender como semillas certificadas, semillas estériles, haciendo que los agricultores se vuelvan dependientes a las mismas pues no generan producciones futuras y estén condenados a comprar las semillas cada vez que se inicie una nueva cosecha”. Esta situación afecta a la soberanía alimentaria ya que una sociedad que no es capaz de producir sus propias semillas, está condenada a depender del productor de semillas. Además, si las personas no tienen acceso al agua, ¿cómo puede ser viable la sostenibilidad de los huertos?

Harina Fortificada

Este es un proyecto iniciado por Harold Caballeros y continuado por el antiguo Ministro de Agricultura, Ganadería y Alimentación que consistía en proveer a las familias más afectadas con harina para la creación de la famosa “Súper Tortilla”. Sin embargo, este proyecto fue muy criticado ya que su implementación fue escasa, no llegaba a quienes realmente la necesitaban y contó con muchos problemas de ejecución presupuestal, pues se le habían asignado Q20 millones, de los cuales solamente el 15% fue gastado.  Si este programa se extinguió por su baja ejecución y el resto del presupuesto se redistribuyó internamente del MAGA, ¿realmente se fue a programas para contrarrestar la inseguridad alimentaria actual?

La Ventana de los 1,000 días

Actualmente, este programa parece ser el más prometedor en contrarrestar la desnutrición crónica en los niños.  La ventana de los 1,000 días, programa ejecutado por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, posee como objetivo contrarrestar la desnutrición previo al nacimiento de los niños, por medio de diferentes intervenciones. Una de las líneas básicas del programa es el fortalecer buenas prácticas en las  mujeres embarazadas, entre ellas la importancia de la lactancia materna.

Zulma Solórzano integrante de la Liga de la Leche de Guatemala indica que la importancia de la leche materna para un niño es que esta posee todos los nutrientes necesarios para el adecuado desarrollo de los niños.   Durante los primeros seis meses de vida, la leche materna debería ser el único alimento de los infantes; luego de estos seis meses, la leche materna necesita del complemento de otros alimentos y al año de vida, la lactancia materna se convierte en un complemento de los alimentos del niño.  Asimismo, la lactancia materna estrecha el vínculo afectivo madre/hijo, importante para su desarrollo. 

“Se ha comprobado que la leche de toda madre – a pesar de contar con una alimentación inadecuada- posee un excelente valor nutricional.  El cuerpo de la mamá siempre le brindará prioridad al bebé, por ello le otorgará sus reservas de nutrientes al mismo.  Es por eso importante enfocarse en mejorar la alimentación de la madre y apoyarla para que de lactancia materna exclusiva. La leche de la madre se adecua a las necesidades del bebé en cada etapa de su desarrollo. De esta forma no solo el bebé recibirá un alimento óptimo sino que estará protegido contra muchas enfermedades e infecciones en sus primeros años de vida.”

Entre los componentes del programa se encuentran los Bancos de Leche, los cuales son un servicio especializado responsable de acciones de promoción, apoyo y protección de la lactancia materna y actividades de recolección,

procesamiento, control de calidad y distribución de leche humana de calidad certificada. “En ausencia de la madre, cuando el niño está hospitalizado por complicaciones que no permiten la estancia de la madre o la alimentación directa, el banco de leche apoya y asegura la nutrición y el desarrollo físico e intelecutal en recién nacidos durante sus primeros días de vida. Sobre todo, es una excelente herramienta para reducir la morbimortalidad en niños prematuros y de bajo peso al nacer”, de acuerdo a Silvia Archila, jefe del Banco de Leche Humana del Hospital San Juan de Dios.

LISTON SEGURIDAD ALIMENTARIAActualmente desde el sector público existen ocho bancos de leche que constituyen la Red Nacional de Bancos de Leche del país conformados por el Hospital Roosvelth, San Juan de Dios y los hospitales nacionales de Antigua Guatemala, Cuilapa, Zacapa, Totonicapán, Quiché y Cobán.

El abastecimiento de estos bancos se producen gracias a las donaciones externas de madres en período de lactancia. Para las madres que son donadoras de leche, este proceso permite el acompañamiento en la alimentación de su hijo por medio del estímulo que la donación produce.

Cualquier persona con la voluntad, puede donar leche.  La donación es segura y no afecta la producción de la madre donante.

“Donar leche es contribuir a salvaguardar la vida de un neonato” afirma Archila.

Todas estas iniciativas y proyectos evidencian que el tema de seguridad alimentaria y nutricional continúa siendo una prioridad en el país. Ha existido una fuerte inversión económica, humana y material en el tema; sin embargo, los resultados continúan sin vislumbrarse.  Se hace necesario fortalecer estos programas que actualmente se están llevando a cabo,

logrando implementarlos como estrategias de políticas públicas y no como programas gubernamentales cada cuatro años.

Por un país que se preocupa por la seguridad alimentaria de sus habitantes.

 

Fotografía: www.independent.co.uk

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