Carlos Cabarrús Aj Kem – Tejedores /
Las realizaciones se experimentan como don y no como conquista personal.
En el oficio de ser “tejedores” en una Guatemala tan fragmentada, hay que buscar puntos de unidad y convergencia. Muchas cosas nos dividen, sobre todo las “religiones”. Pero una “espiritualidad civil” podría ser punto de unión. La espiritualidad civil no tiene en sí misma una relación necesaria con una creencia religiosa, ni con una experiencia de fe. Incluso personas que se autodenominan “ateas”, o sin religión, podrían tener esta espirtualidad cuyas características serían:
1) Experiencia de “sentido” que da impulso que provoca ánimo en todo lo que se hace. Es la experiencia de vivir con una ilusión fundamental que inspira a personas y grupos humanos hacia metas nobles.
2) En esta espiritualidad, hay una sensación de “gratuidad”. Se sabe dar “gracias a la vida”. Las realizaciones se experimentan como don y no como conquista personal. Esto lleva a desprendimiento; a austeridad en el uso de las cosas.
3) Esta espiritualidad se afinca en “honestidad fundamental” que aleja de sí toda traición y toda injusticia; y ello se expresa en transparencia, en diafanidad que atrae.
4) Esta espiritualidad genera “libertad” de esclavitudes, de adicciones, de miedos; sobre todo de paradigmas para analizar e incidir en la realidad.
5) Hay un sentimiento de “universalidad”, de hermanamiento con la humanidad, con la naturaleza y hasta con el cosmos, más allá de las diferencias de clase, de etnia, de religión, de color de piel o de cultura.
6) Tiene un talante neurálgico de “compasión” con el dolor y el sufrimiento. Vibra de indignación ante todo lo malo, lo injusto. Pero esa compasión es transformadora del yo profundo y de las sociedades.
7) Posee el rasgo de la “paz” como finalidad de la acción, pero también la paz, como vehículo y medio para lograr las metas. Esta paz se expresa en generación de concordia pese a las diferencias y desavenencias.
Quien lea estas líneas, se preguntará si esta espiritualidad es algo con lo que se nace, o más bien se adquiere. Se obtiene con experiencias, pero ya se trae, por herencias, y ejemplos. El gran camino hacia esa espiritualidad es “el silencio”. Si no eres capaz de entrar en los vericuetos de tu existencia apartándote del ruido, de las imágenes, de distractores, hay poca posibilidad de cultivar esta espiritualidad. Tocar el “dolor personal y el dolor humano” es requisito fundamental. Otro sendero es haber vivido “situaciones límites”. Obviamente lo “estético” puede ser también una fuente de elevación del espíritu. Pero el camino más directo es “vivir los valores humanos”, a los que solo se llega por experiencias, pero viviéndolos desde una tónica de “gratuidad”. Esto lo trataremos después.
Fotografía: mtcrespo.files.wordpress.com