“¿Sos fiel seguidor del fútbol?”, pregunté a un amigo brasileño que hace poco visitó Guatemala. “Realmente no, pero tengo que serlo”, me contestó. “De lo contrario, no tendría mucho de qué hablar con mis compatriotas”.

Si lo vemos fríamente, esta situación es bastante común en la mayoría de países latinoamericanos, y no hay razón para creer que únicamente sucede en Brasil. En Guatemala sucede lo mismo, y estas últimas semanas no han sido la excepción. El fútbol ha acaparado las conversaciones de las sobremesas con la familia y los amigos durante los últimos tres meses, especialmente desde aquella noche en que la selección guatemalteca Sub20 clasificó al mundial que en estos días se está llevando a cabo en Colombia. Pero en Guatemala no sólo se habla de fútbol nacional. Hace algunas semanas todo el mundo tenía que ver con la Copa América, y en muchas casas guatemaltecas igual fiesta se organizó para ver el partido Uruguay – Paraguay, como la que se armó ayer entre el juego Guatemala – Nigeria. El fútbol es para muchos algo parecido a una religión; se es fiel seguidor del deporte, no importa quién juegue, dónde o cómo lo hace.

Ya lo decía el famoso escritor uruguayo, Eduardo Galeanao: “¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que de él tienen muchos intelectuales”. Hay algunos académicos que consideran que el fútbol asimila a las masas y las hace caer hipnotizados ante un juego que los absorbe de la realidad. Miles de fanáticos absorbidos e hipnotizados por la pelota. Sin embargo, para muchos otros como el antropólogo brasileño Roberto de Mata, las personas caen ante la tentación del juego de la pelota porque ven en éste una sociedad perfecta; una sociedad en las que existen reglas claras, que todos acatan o de lo contrario, reciben su merecido castigo. Es una absorción de la realidad, puede ser, pero quien la observa tiene la clara convicción y satisfacción que se está viendo un juego por placer y que en la mayoría de ocasiones estará observando un juego limpio.

En estas últimas semanas el fútbol y el deporte han sido y serán el pan de cada día. Y no únicamente el deporte de la televisión. La próxima semana dará inicio en la Universidad, la I Copa Internacional Landívar, donde el fútbol compartirá espacio con otras disciplinas como el baloncesto o el tennis de mesa con equipos de países como El Salvador, México, Nicaragua y Colombia. Será el momento para que como comunidad Landívar nos unamos y podamos ver en vivo y a todo color a disciplinas deportivas como de las que hoy hicimos mención, el fútbol.

¿Y cómo nos enlaza el fútbol con nuestra realidad, llena de desigualdades e incoherencias? Aparentemente de ninguna manera. Sin embargo, probablemente el fútbol es esa píldora que de mes en mes los guatemaltecos necesitamos para subirnos el ánimo y aliviar un poco los sentimientos encontrados en los que muchas veces nos encontramos. Y a pesar de los desánimos que pudiéramos sentir con derrotas como las vividas en el partido de Guatemala – Nigeria, de nuevo estaremos el miércoles 3 de agosto frente al televisor, gritando a todo pulmón ¡¡Vamos Guate!!

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