Karla/

(Una vez escuché que los Pasos de Al Anon estaban numerados sólo para intelectuales.  Me alegro de que hayan entrado en mi cabeza, pues habría perdido una parte importante de mi recuperación)

Mi abuela alcohólica fue a buscarme al hospital cuando yo era bebé, me llevó a su casa y me adoptó, porque mi madre alcohólica no podía cuidarme.  Mi abuela era malgeniada y dominante, y yo era una niña molesta. No importa lo que yo hiciera, no estaba lo suficientemente bien o correcto para complacerla, no estaba permitido que me enojara en lo absoluto, después de todo, miren todos los sacrificios que hacía por mí.  Aprendí  acerca del resentimiento cuando era muy joven, ella sentía resentimiento hacia mí y yo, a mi vez, hacia ella y la verdadera familia que no tenía.

Hoy Al-Anon es la familia que yo he escogido.

Yo también anhelaba desesperadamente que me miraran y apreciaran, durante muchos años traté en vano de obtener su afecto volviendo obedientemente a casa los días festivos para realizar las labores que ella había reservado para mí. En lugar de agradecerme, me reprochaba recordándome que debía apreciarla, pues estos serían sus últimos días festivos que ella pasaría en tierra.

Finalmente, después de varios años en Al-Anon, junté el valor como para no volver y gozar de mis vacaciones.  Por supuesto, ella tuvo que hospitalizarse  y  temí que se muriera. No ocurrió. Entraba y salía del hospital hasta que mi tío le consiguió un hogar donde la cuidaran, en otro Estado, cercano al suyo.

Un día mi tío me llamo para decirme que ella se encontraba nuevamente en el hospital. Mi intuición (o quizá mi Poder Superior) me indicó que esta vez las cosas serían distintas.  Aunque sólo había llegado hasta el Quinto Paso (había conversado a otra persona concienzudamente, la naturaleza de mis faltas, y carencias), no estaba dispuesta a dejarla ir sin hacer mi Noveno Paso con ella (reparar el mal ocasionado a ella y a mí).  Oré por voluntad y paciencia, y las obtuve.

Como vivía muy lejos, no me era posible ir a visitarla personalmente, así que decidí que grabar un casete sería una alternativa aceptable. Reconocí los resentimientos y las heridas que soportaba debido a las injustas expectativas que había puesto en ella. Le comenté cosas que admiraba de ella y los regalos que me había dado.  Luego la liberé. Reconocí que había hecho mucho procurando criarme bien y que ahora podía ocuparme de mí misma.  Hablé de la manera más amable y afectuosa que pude y luego envié la cinta sin esperar nada a cambio.

Mi abuela nunca me dijo que lo había recibido, pero sentí un gran alivio.  Murió seis meses después y gracias a mi reparación, pude hablar sincera y amorosamente en su funeral. Libre de resentimientos y expectativas, no tenía que mentir ni embellecer las cosas.

Me esperaba otro regalo más.  En la reunión de familia que siguió al funeral. Mi tío habló acerca del último año de mi abuela.  Me contó acerca de su deteriorada salud y la pérdida de su deseo de vivir, hasta que un día recibió por correo una cinta grabada.  La escuchaba a menudo y  pareció recuperarse.

Incluso durante un tiempo hablaron de dejar la clínica. Por unos meses se sintió animada y era muy placentero estar con ella. Una transformación asombrosa.  Luego se enfermó y murió rápidamente.  Él nunca había escuchado la cinta, porque era de mi abuela, pero pensaba que yo debía recuperarla.

Creo que mi abuela pasó toda su vida ocupándose de otros y esperando el permiso de vivir su propia vida.

Es lamentable que haya tenido que esperar ochenta y seis años para obtener ese permiso, pero  gracias a Dios y Al-Anon se lo di antes de su muerte. Y también me lo otorgué a mí. No me había dado cuenta que yo vivía atada a nuestra disfuncionalidad hasta que comencé a ser miembro, a nutrirme de la literatura Al-Anon y practicar sus principios, y de esta manera he obtenido la libertad de vivir mi propia vida.   Por un breve lapso mi abuela vivió con la libertad que yo vivo hoy, gracias a Dios y a Al-Anon, un día a la vez.

Imagen: Unsplash

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