Alexander-Lopez-Febrero

Alexander López / Opinión /

En unos años –o en muchos años así como vamos de retroceso- seremos un país con un nivel de calidad de vida adecuada y digna para todos los que habitamos Guatemala. Nuestro país posee los recursos necesarios para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sin embargo el mismo sistema y los altos índices de corrupción -entre otros-, no permiten el desarrollo general del país.

En Europa me preguntaba ¿cómo es posible que Guatemala esté encabezando rankings mundiales en temáticas como felicidad y resiliencia? cuando al mismo tiempo encabezamos rankings de índices de corrupción y violencia.

No cabe duda que son estrategias de afrontamiento y resultado del segundo.

Al igual que Guatemala, varios de los países en la Unión Europea pasan por los estragos de las crisis económicas y la corrupción; sin embargo, la lucha de estos países -junto a la ayuda de los países centrales de Europa- busca mejorar su situación, mientras que en Guatemala los préstamos y el enriquecimiento ilícito son las mejores formas de solución económica.

La migración es latente en toda Europa: en España, nosotros los latinos somos quienes encabezamos los listados de inmigrantes, especialmente los ecuatorianos y los bolivianos; es como si habláramos de los centroamericanos en Estados Unidos. En la Unión Europea, pude observar que la mayoría de inmigrantes son ciudadanos turcos, rumanos y de países del norte de África. Por ello, algunos movimientos en países como Inglaterra y Alemania han lanzado campañas para expulsar a estos mismos inmigrantes. La posibilidad de cruzar las fronteras territoriales sin necesidad de visa, ha sido un detonante perfecto para la migración, permitiendo a las personas viajar a través de buses y trenes donde el control es mínimo y el único requisito es el billete del viaje.

En cuanto a recursos naturales, nuestro país está en una de las regiones más privilegiadas del mundo, teniendo paisajes espectaculares y únicos que no se pueden comparar con los de otros países. No negaré que Europa tiene lo suyo, pero cada región tiene lo suyo y la nuestra es rica en todo. El clima es sorprendente, mientras allá se viven las estaciones intensamente, aquí nos acaloramos o nos enfriamos pero sobrevivimos sin aire acondicionado o calefacción.

La seguridad es una de las muchas cosas que echo de menos, podía caminar solo por el centro de la ciudad de Madrid a las tres de la mañana que nunca me sucedió nada; en el transporte público podía utilizar mi computadora y celular sin ningún miedo, aquí el primer día de clases en este ciclo me habían asaltado. Me percaté que además de la realidad violenta de nuestro país, nosotros poseemos una cierta psicosis que llevamos a todas partes, y es que no sólo a mí me sucedía, sino a varios compatriotas y latinoamericanos que íbamos de intercambio a Europa, al principio temíamos hasta sacar el celular en vía pública, luego de unas semanas ya estábamos acostumbrados a utilizar hasta las tablets en vía pública sin miedo que nos fueran a asaltar o matar.

El costo de vida fue un aspecto que todos los latinoamericanos que residimos en Europa enfrentamos, aunque por estos días el euro ha bajado, se convierte en una preocupación durante nuestra estancia, y más vale no residir en Suiza, Inglaterra, Francia o Italia y otros, por que los costos son tan altos que te das cuenta que en Guatemala podrías comer bien con tres euros, mientras que allá con eso podrías comprar una lata de coca cola o un pedazo de pizza. Pero así como los costos de vida son altos, los salarios también son altos -por ejemplo, el salario mínimo de los belgas asciende a un total de 1,500.00 euros por mes-. Luego entendí porque los suramericanos preferían irse a trabajar y vivir a Europa más que a Estados Unidos. Existe, también, el llamado bono de paro, que es un subsidio a las personas que se encuentran en situación de desempleo que dependiendo del país, reciben hasta años de subsidio debido a la posible falta de oportunidades laborales. Así como este subsidio existe, otros beneficios también, como descuentos hasta del 50% en transporte público para estudiantes, atención hospitalaria, educación pública y gratis para todos y educación multidisciplinar obligatoria, entre muchos otros más son de mucha utilidad y bienestar para los ciudadanos de estos países.

Las culturas desde el mediterráneo hasta el norte y este de Europa, todos tienen algo distintivo, pero muchos utilizan las mismas estrategias y campañas de concientización ciudadana.

Por ejemplo, en la mayoría de países observé la cultura del reciclaje, más que una obligación, la conciencia de reciclar y proteger el medio ambiente, a través de contenedores especiales colocados en la mayoría de las calles. Por otro lado, los idiomas diversos en países como Bélgica, Holanda y Alemania son parte del pensum académico desde la preparatoria, y en relación siempre al idioma, me pareció muy extraño que países como España, Italia, Francia y países del este de Europa no tuvieran la cultura del aprendizaje del inglés como idioma indispensable; sin embargo, en la actualidad muchos de ellos están incorporándolo a su pensum académico.

Otro hecho impactante es la honestidad y responsabilidad de pago del transporte público, porque en Guatemala tú pagas al conductor del autobús o recargas una tarjeta porque tienes que pasarla en la máquina para que te deje pasar, en cambio en la mayoría de países de Europa, tú recargas tu tarjeta de bono de transporte o compras un ticket, pero no la presentas a nadie y ni la pasas por ninguna máquina. Es simplemente la responsabilidad y obligación de comprarla y de vez en cuando hay algunos inspectores que revisan si has hecho la compra del ticket de viaje; es impresionante ver que es como un tipo de valor, en el que la misma gente se ve comprometida a cumplir las normas y no porque alguien se los imponga o solicite, sino más bien por deber a los valores de la honestidad y honradez.

Otra de las mejores cosas es la cultura de tolerancia, aceptación y no estratificación de la población, por ejemplo en Holanda, Bélgica, Francia, España, Alemania todos vestían como querían vestirse que nadie volteaba a ver; las personas homosexuales en Madrid, París, Amsterdam, Praga podían ir agarrados de las manos o besarse en público que no causaba indignación, los amigos o mejores amigos heterosexuales se daban besos que no era considerado un insulto social; y qué decir de la estratificación de la sociedad en ricos, clase media y pobres, la diferencia no se notaba y no se hacía alusión de “ah tú eres de esa universidad”, “ah tengo casa en tal zona”, “yo frecuento ese sitio también”, todos se hacían cargo de sus propias vidas sin tener que amedrentar o hacerse creer mejores en algunos aspectos.

La religión no es imprescindible en Europa, y lo pude observar en muchas iglesias convertidas en museos, hoteles y hasta discotecas, sin dejar a un lado que la mayoría de la población que se acerca a los actos religiosos -que aún quedan- son ancianos en su totalidad. Las personas ya no creen en Dios y nos ven extraños a los pocos que aún creemos; puedo decir que el mismo sistema social que se difunde, te absorbe y hace creer que Dios no es necesario en un medio tan avanzado y desarrollado como el de Europa, en contraste con nuestra realidad social, creer en Dios es lo que nos anima a obtener los mejores puestos en rankings de felicidad y resiliencia.

No es posible tampoco hablar de un cambio radical para nuestro país en cuanto a los adelantos y desarrollo de otros países porque tendríamos que agregar los factores: social, cultural e histórico que nos representan como país; sin embargo, la vida del futuro nos espera y esto es un poco de lo muchísimo que debemos introducir o desarrollar en nuestro país, a los que verdaderamente deseamos un mejor futuro y provecho de nuestra riqueza cultural, social y natural.

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