María Saravia / Tik Na’oj /
Intentemos imaginar el paisaje de la región sureste del Petén hace medio siglo… Se coloca frente a nosotros una exuberante selva, en la cual habita una diversidad de especies de plantas y animales, protegidas por un imponente río interminable, que se mezcla entre las huellas que dejaron las ciudades Mayas de las tierras bajas. Pensemos ahora en el paisaje de las últimas décadas, una selva que lucha por sobrevivir entre potreros y nuevas aldeas y el impacto de las prácticas humanas se hace presente. Ahora nuevamente repasemos el paisaje de los últimos años, se presenta una transformación profunda llevada a cabo por el progreso occidental. La palma africana se apodera del paisaje. Definitivamente un paisaje verde, pero no es un verde que provoque la misma sensación de inmensidad que se manifiesta en la selva de antaño, es una ilusión que realmente representa el fin de una selva en agonía. Un equilibrio que se rompe en una de las últimas fronteras de la naturaleza dentro de nuestro territorio.
Esta transformación dentro de la naturaleza, progresivamente causan un impacto en las comunidades.
Por supuesto se trata de una transformación que lleva a una mayor dependencia y una comunidad que pasa, de una condición en la cual tenía una dieta alimenticia relacionada con la pesca o cultivo propio, a un sometimiento a las lógicas de los nuevos dueños de la tierra, los productores de palma.
No podemos afirmar que las comunidades se opongan rotundamente –pues se ha convertido en su sostén económico-, y no podemos decir que lo apoyen del todo, lo que podemos afirmar es que el tejido social se ha roto, miembros de una misma comunidad se encuentran enfrentados. El daño al ambiente y las implicaciones culturales y alimentarias que esto representa empiezan a hacer estragos. Dichas comunidades se han vuelto dependientes al monocultivo de palma africana y a procesos relacionados con el sistema capitalista mundial que impone una transformación tecnologica (para la optimización de la producción) y por otro lado el continuo estancamiento de las comunidades cercanas con el fin de perpetuar la dominación, perfeccionando mecanismos de control (institucional-estatal) que provocan el deterioro de las comunidades.
Las distintas lógicas de acumulación que permiten la sustentación del sistema capitalista, han dado paso a lo largo de la historia (especialmente durante el siglo XX y XXI) a la expansión de transnacionales extractivas y agroindustriales que se apropian de territorios, despojando a comunidades de sus medios de subsistencia, transformando sus relaciones sociales, económicas, culturales, familiares y socio-ecológicas.
Con el fin de realizar un análisis concreto sobre la realidad de las comunidades cercanas a los cultivos de palma africana en el afluente del río La Pasión, Sayaxche Petén, se utilizaran los conceptos expuestos por David Harvey, en relación a las transformaciones del sistema capitalista. Especialmente sobre la acumulación por desposesión, las políticas y mecanismos utilizados para implementarlo. También se recurrirán otras perspectivas teóricas que permitan establecer la relación de la teoría con el contexto analizado.
La apropiación y explotación de los recursos naturales se articula en el principio básico del sistema capitalista, definido por Marx como acumulación originaria, en el cual se da “la expropiación que priva a la gran masa del pueblo de la tierra y de los medios de vida e instrumentos de trabajo” (Marx 2009:952). El desarrollo del modelo capitalista a través de una constante inestabilidad del mismo y la crisis en la reproducción ampliada ha ocasionado la reprimarización de los recursos naturales y la implementación de la acumulación por desposesión que “tiene por objetivo mantener el sistema actual, repercutiendo en los sectores empobrecidos la crisis de sobreacumulación del capital” (Harvey 2005).
Para comprender este análisis es necesario tomar en cuenta el trabajo de Luxemburgo, fundamental para comprender la invasión, extracción y dependencia económica / ideológica que se manifiesta en las estructuras estatales y productivas de los países latinoamericanos. Actualmente dicho precedente teórico no pierde vigencia pues observamos una reestructuración de las empresas transnacionales y estatales al servicio del sistema capitalista mundial que sigue retroalimentándose a partir de un cambio geopolítico en la extracción de materia prima, que obedece a un nuevo reajuste que mantiene la acumulación de capital (Luxemburgo 2011).
Caracterizándose según Harvey por la expansión de transnacionales extractivas y monocultivos que generan serios daños ambientales, bajos salarios, condiciones de trabajo ilegales (horarios extendidos, precariedad de insumos básicos, carencia de medidas de bioseguridad, entre otras), resguardándose bajo la protección de instancias estatales que protegen sus intereses que a lo largo de la historia han perfeccionado los mecanismos de control.
El capitalismo se protege en la institucionalización de un discurso que justifica la explotación de las mayorías.
Según Wallerstein, este discurso es utilizado para legitimar las acciones violentas que caracterizan la invasión y apropiación de territorios que representan más riquezas para los capitalistas. “… y para hacer tal cosa tenía que demostrar que el efecto a largo plazo de la dominación era en beneficio de los dominados, aun cuando en el corto plazo pareciera negativo” (Wallerstein 2007:93).
Estas transformaciones que produce el nuevo imperialismo se presentan en las comunidades en la dependencia económica y alimentaria provocando la vulnerabilidad local, con la finalidad de evitar la organización comunitaria, de esta manera erradica la posibilidad de conflictividad que repercuta en la productividad del monocultivo (Morán 2014).
Las comunidades aledañas a los cultivos de palma africana se mantienen en un estancamiento económico que repercute en el tejido social en contra posición con los avances técnico-profesionales utilizados en la producción agroindustrial. Tal como lo indica el aumento intensificado de cultivo de palma, reflejado en el aumento de cultivo en los últimos años, llegando a un área de 93,513 ha en 2010, de los cuales 44,022ha se concentran en Petén (Duarte et al 2012).
En alguna medida podemos transformar esta situación.
Podríamos ser optimistas y esperar que con detener el consumo masivo de aceite vegetal y sus derivados podríamos dar un primer paso (poco probable). Mientras el capitalismo continúe dominado las lógicas que rigen al mundo, definitivamente seguirán habiendo explotados y sistemas que aniquilen culturas y seres humanos para una mejor y mayor producción.
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Bibliografía
Duarte Carlos, Juárez Marco Aurelio, Pérez Gerónimo y Gálvez Juventino (2012). Análisis de la dinámica de expansión del cultivo de la palma africana en Guatemala: un enfoque cartográfico. Guatemala: Perfil l Ambiental de Guatemala 2010-2012.
Harvey David (2005). El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión. Buenos Aires: CLACSO. Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO http://biblioteca.clacso.edu.ar
Luxemburgo Rosa (2011). La acumulación del capital. Madrid: Ediciones internacionales Sedov. Grupo Germinal, versión electrónica.
Marx, Karl (2009). El Capital, vol. I. México: Siglo XXI.8va reimpresión.
Morán, Agustín (2014).Democracia degenerada, izquierda capitalista y movimientos sociales. Versión electrónica en: www.rebelion.org. 30 de septiembre de 2014
Wallerstein, Immanuel. (2007). Universalismo Europeo: El Discurso del Poder. España: Siglo XXI.