Estuardo Díaz García/ Agrupaciones Estudiantiles/
Antes de llegar a ser la Suecia o la Canadá de Centroamérica (con cargas tributarias entre el 30% y 49%), es necesario analizar el sistema guatemalteco y examinar el porqué de las acciones fiscales.
Llega el cheque a un empleado por concepto de su sueldo, por esos 30 días en los que ha pasado laborando ocho horas diarias; en el desglose figura el apartado “Retención por ISR” y una cifra que le han retenido de ese pago, una parte que, ya sea con el sudor de su frente o con el estrés de un jefe que lo presiona, se ha ganado y el fisco se ha encargado de arrebatársela. Esta es la realidad para una gran parte de los cerca de 1,817,200 guatemaltecos que laboran en la economía formal de Guatemala.
Podemos definir los tributos como los pagos o prestaciones que está obligada a realizar una persona al Estado, los cuales tienen el objetivo de satisfacer las necesidades de todos los ciudadanos, como sería la construcción y conservación de la infraestructura nacional, el abastecimiento del sistema salud pública y el sostenimiento de la educación estatal, entre otros. Entre los contribuyentes existe una división, están quienes aborrecen los impuestos y hacen lo humanamente posible para reducir al mínimo el pago que deben hacer. Y están otros, tal vez en menor número, que sostienen el argumento que el Estado debería subir impuestos, porque de lo contrario no tendrán los fondos necesarios para una correcta gestión de las necesidades nacionales.
Los impuestos son la única vía directa de interacción entre la población y sus gobernantes, además de ser una de las fuentes de ingreso más importantes para un Estado. Con ellos se realizan obras y llevan a cabo programas que buscan el beneficio común, o al menos así dice la teoría. Entonces, ¿qué pasa con Guatemala, sus tributos y su sistema de recaudación?
Actualmente, en el país se maneja una carga impositiva muy baja (ha rondado el 12% del PIB desde el inicio de la era democrática) es, de hecho, una de las más bajas en América Latina.
Pero, antes de llegar a ser la Suecia o la Canadá de Centroamérica (con cargas tributarias entre el 30% y 49%), debemos analizar el sistema guatemalteco y con ese fin, hay que responder unas preguntas: ¿qué implica una carga impositiva baja?, ¿por qué las autoridades no suben impuestos?, ¿por qué no pueden subir impuestos aún? y ¿qué debería hacer el gobierno para una acertada alza tributaria?
¿Qué implica una carga impositiva baja?
Una nación con una carga tributaria muy baja para sus necesidades enfrentará el problema de no tener fondos suficientes para administrar correctamente sus proyectos, por lo que posiblemente recurrirá a endeudarse a través de préstamos y bonos. En Guatemala, de manera constante, los gobiernos han caído en el enredo y han decidido aumentar la deuda pública (ya de por sí alta), tanto interna como externa.
¿Por qué las autoridades no suben impuestos?
Bueno, principalmente es por el costo político que esto representa, un Gobierno que sube impuestos estará al frente de una población gobernada poco conforme y su partido político tendrá muy poca (si no nula) posibilidad de ser reelecto en próximas votaciones.
¿Por qué no pueden subir impuestos aún?
Entre otros, porque la cultura tributaria no está extendida en Guatemala y el sistema de recaudación es en extremo deficiente (Q49.1 millardos previstos por la SAT hacia 2013 y con un presupuesto de egresos estatales de Q66.8 millardos). Además porque la forma en que se pagan impuestos está pésimamente distribuida; las capas medias son las que, prácticamente, mantienen el Estado, en lugar de ser un porcentaje de acuerdo al patrimonio o a los ingresos percibidos (como en Francia, por ejemplo) los estratos altos no pagan lo que les correspondería por sus ingresos, los pobres simplemente no tienen con qué pagar y la economía informal acapara un 69.2% de la población económicamente activa.
¿Qué debería hacer el gobierno para una acertada alza tributaria?
Aquí se complica un poco la situación, “…y para qué voy a pagar impuestos si todo se lo roban” una frase muy extendida entre la población, y en parte cierta. No nos gusta pagar impuestos porque se desfalcan en muchas ocasiones: escritorios y fertilizante sobrevalorados, desvío de fondos para comprar casas de playa, empleados estatales con sueldos exorbitantes que resultan siendo familiares y amigos de los funcionarios públicos.
Por todo esto y más, es necesario hacer que:
- El gobierno demuestre transparencia y eficiencia en el gasto, esto significa, combatir la corrupción y la impunidad, castigando a quien lo merece y canalizando los recursos a donde en verdad se necesitan.
- En el país hay más impuestos indirectos que directos, por eso la población es tan indulgente con el gobierno y no siente la ferviente necesidad de exigirle como debería. Si se sube la carga impositiva, es preferible que sea con tributos directos.
- Disminuir el número de personas que se ocupan en la economía informal, porque es esta porción de la PEA la que consume, pero no paga; la que utiliza, pero no subvenciona, es decir, la que se beneficia con los impuestos de otros.
Para terminar, efectivamente es necesario subir impuestos en Guatemala porque es imperativo frenar el aumento del endeudamiento público, son necesarios para el correcto funcionamiento del Estado y es la única vía de interacción entre los gobernantes y los gobernados.
Pero antes, se debe trabajar en la transparencia de los funcionarios y en el correcto encauzamiento de los fondos (si la población confía, tributará con mucha menos resistencia y oposición). Y por último, ocuparse en el mejoramiento de la Superintendencia de Administración Tributaria y su sistema de recaudación.