Iván Palma/ 

La casa se cayó, la casa se cayó, mi papá no aparece”. Es lo único que alcanzó a entender Wendy Suruy de esa llamada que recibió de su hermano. Wendy y su esposo Óscar, se salvaron de milagro ya que esa noche después del trabajo, salieron de casa para celebrar el día del niño con sus dos hijos.

Esa noche del primero de octubre de 2015, luego de varios días de intensas lluvias, se provocó un deslizamiento de tierra sobre la comunidad El Cambray 2, que soterró la casa de la familia Suruy, la de sus familiares y cientos de vecinos más. De acuerdo con datos de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), más de 280 personas perdieron la vida ese día en el desastre, incluyendo al padre de Wendy y la esposa de su hermano con quien 13 días atrás había contraído matrimonio.

Luego que Wendy recibiera la llamada, ella junto a su familia, salieron tan rápido como pudieron hacia su vecindario al que solamente pudieron observar desde un puente al llegar ya que las autoridades tenían restringido el paso debido al riesgo de un nuevo deslizamiento de tierra.

Se quedaron toda la noche en vela esperando y, aunque sabía que su padre había fallecido, estaba dispuesta a cavar para recuperar su cuerpo.

Pero al ingresar horas después, Wendy se golpeó con la dura realidad: sería imposible hacerlo.

17 años después de las terribles predicciones sobre los riesgos que significaba vivir en esta comunidad se hicieron realidad. Óscar Suruy, recuerda cómo después del paso del Huracán Mitch en 1998, los cuerpos de socorro y representantes de la CONRED, dieron aviso de desalojo a todos los habitantes del área, debido al alto riesgo de habitar dicho terreno. Sin embargo, Óscar (quien fue de los primeros habitantes del Cambray 2) y los pocos vecinos que ya habitaban el lugar, hicieron caso omiso a las advertencias ya que en su mayoría tenían dos y tres años de estar pagando dichos lotes a una empresa inmobiliaria que recuerdan como “Proyectos Girasol”. Esta empresa, años después, continuaría comercializando lotes y promoviendo el desarrollo inmobiliario bajo licencias de urbanización y construcción supuestamente otorgadas con normalidad por la Alcaldía de Santa Catarina Pinula.

Esta fue la crónica de un desastre anunciado casi dos décadas antes, en donde más de una comuna y tres empresas inmobiliarias, sacaron partido de estas familias, pues algunos vecinos afirmaron haber efectuado pagos del Impuesto Único sobre Inmuebles (IUSI) a la Municipalidad de Guatemala y otras a la de Santa Catarina Pinula.

Ante la emergencia, miles de personas se movilizaron antes del amanecer; Wendy recuerda una camioneta lujosa en donde una familia les llevó café y pan y horas más tarde el lugar estaba lleno de víveres: “agradezco a todos los que sin conocernos enviaron su ayuda, pero nunca voy a olvidar a quienes se acercaron y con un abrazo dijeron estar con nosotros”.

El panorama solo empeoraba para la familia Suruy, ya que después del ofrecimiento del entonces Presidente de la República Alejandro Maldonado de construir antes de la Navidad 181 viviendas para las familias damnificadas, recibieron una notificación por parte de la CONRED: no estaban dentro del grupo de los seleccionados para reconstruirles un hogar.

Para ellos fue una noticia para derrumbar a cualquiera, pero nosotros confiábamos en Dios, y sabíamos que, si Dios permitió que nos quitaran todo, era porque Él tenía algo mejor para nosotros, pues todo obra para bien”.

Algunos vecinos se acercaron y con un poco de desprecio presumían ser elegidos para mudarse a una casa nueva, a un lugar seguro. Óscar y Wendy aprendieron a callar y esperar.

Poco después de estallar la noticia en los medios de comunicación acerca del paro del proyecto “Mi querida familia” debido a supuestas anomalías, la familia Suruy encontró en Hábitat para la Humanidad, la respuesta a sus oraciones. Muchos de sus familiares y amigos les apoyaron en la construcción de su nueva vivienda, en un lugar seguro y libre de riesgos en el proyecto “Nueva Vida” que Hábitat desarrolló en Villa Canales para ofrecer una pronta solución a 10 familias que quedaron fuera de los listados oficiales de beneficiarios del proyecto del gobierno.

Después de ser los últimos en la lista de posibles beneficiados, el pasado mes de septiembre de 2016, se convirtieron en la primera familia sobreviviente de la comunidad El Cambray 2 en mudarse a su casa propia y nueva.

“Hicimos una fiesta el día que entramos a la casa por primera vez, toda la familia llenó la casa pues aún no teníamos muebles, con lágrimas de alegría recordé que Dios cumple sus promesas y que los últimos, serán los primeros”

Meses después, Óscar y Wendy, decidieron volver al lugar del desastre. La tierra cubrió lo que por 10 años fue su hogar borrando todo rastro de sus vidas pasadas y en su lugar, una planta de tomates estaba creciendo junto a otra de chiltepe. “El lugar está como la primera vez que llegué a conocerlo en 1996” dice Óscar, y sin el debido cuidado en pocos años, otro grupo de personas se mudarán a revivir la historia de los Suruy.

“Cambray nos enseñó a no afanarnos por el mañana, sino valorar y ser agradecidos por el presente” – dice Wendy-.

El proyecto Mi Querida Familia aún se encuentra en obra gris, y las familias que completaron el expediente, dudan que algún día se haga realidad. No fue así el caso de la familia Suruy, quienes a pesar del duro golpe que recibieron, decidieron empezar desde abajo y aprovechar esta segunda vida que el cielo les otorgó.

Se estima que 25 de cada 100 viviendas en nuestra región, se encuentran en situación de riesgo. Lo sabemos y nuestras autoridades conocen dónde se localizan los más de 250 asentamientos y colonias vulnerables solo en el área metropolitana, y otros, simplemente olvidados por el hecho de no poder exigirles el pago de impuestos.

Nuestro mayor reto como sociedad seguirá siendo la desigualdad, y nuestra mayor oportunidad vernos a todos los guatemaltecos como hermanos, ayudarnos unos a otros. Lo que pasó en Cambray 2 también lo recordaremos como un claro ejemplo de que todos tenemos algo que dar, no importa donde estés ni cual sea tu profesión, te invito a que te involucres, que dones y actives como voluntario en una de las muchas causas sociales que existen en nuestro país y construyamos juntos una mejor Guatemala.

“Estamos felices, es un sueño hecho realidad. Tenemos el privilegio de estar vivos y disfrutando de la seguridad de una vivienda y damos testimonio que en nuestra vida se ha cumplido la Palabra que dice: los últimos serán los primeros, porque hoy somos, la primera familia en habitar una casa propia”. – Familia Suruy López.

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