chica futbol

Fernanda Zelada/ Corresponsal/

Una de mis películas favoritas es “Quiero ser como Beckham”, la cual relata la historia de una joven hindú que vive en Inglaterra y juga fútbol. Su deseo más grande es ser como David Beckham. Sin embargo, durante el desarrollo de la película la joven se enfrenta a retos y discriminación por parte de sus padres, hermana, amigos e incluso su propia religión que también se opone a que juegue el deporte del balón. Han pasado 11 años desde que lanzaron esta película pero parece que la situación de la mujeres en el fútbol sigue siendo la misma sin importar el país donde nos encontramos.

Desde que soy muy pequeña mi familia me ha inculcado el amor al deporte. Primero empecé practicando natación, luego fútbol y basquetbol, más tarde practicaría balonmano y por último, de nuevo fútbol. Además, estudié en dos colegios donde jugar fútbol era lo mejor que se podía hacer durante el tiempo libre o recesos y, tanto mujeres como hombres, no teníamos ningún problema en jugar juntos. El fútbol siempre era tema de conversación en las aulas, sobre todo durante los mundiales; fue así como mi amor por practicar deporte y pasión por verlos se volvió parte importante de mi vida.

No recuerdo haber sido discriminada en ningún momento cuando jugaba fútbol o algún otro deporte, mucho menos yo sentirme así.

Es más, cuando estaba en academias de fútbol, en algunas ocasiones me tocaba practicar con los hombres porque no habían muchas mujeres. Probablemente por eso, uno de mis sueños cuando era pequeña era ser jugadora de fútbol profesional del Real Madrid (dirán que tonta, lo sé); sin embargo, la realidad me golpeo rápido y me di cuenta que esto era imposible por muchos factores pero el más importante es porque no xiste una escuela de fútbol para mujeres del Real Madrid en España. No obstante, sí existe una exclusiva para hombres.

Este último hecho no es nada nuevo, es normal que desde que somos pequeños no establezcan que las niñas pueden hacer esto y los niños pueden hacer lo otro. Usualmente cuando somos pequeños soñamos con ser doctores, ingenieros, abogados, bomberos o veterinarios pero muy pocas veces esperarías que una niña sueñe con ser futbolista (como fue mi caso) o que un niño sueñe ser diseñador de modas, en especial en una sociedad tan machista como la nuestra. Sin tan solo se dieran cuenta que en la vida existen mejores diseñadores de moda, chefs y estilistas de pelo del género masculino que del femenino como lo son Micheal Kors, Jamie Oliver o Paul Mitchell.

Sí, en estos oficios o profesiones que la mayoría del tiempo se les considera “trabajos de mujeres”, existen muy buenos elementos masculinos.

Los años pasan pero la discriminación y los estereotipos de las mujeres amantes del deporte son los mismo de hace años, es decir, que si nos gusta el basquetbol, béisbol o motocross somos “machas” o que si nos gusta el fútbol es porque queremos impresionar a los hombres o porque nos gusta ver a los jugadores y cómo se quitan las camisolas al final del partido, o simplemente porque es una moda seguir a jugadores como Messi y Cristiano Ronaldo.

Para serles honesta, conozco a varias mujeres que saben más de su equipo y del deporte que les gusta que muchos hombres, mujeres que debaten con respuestas fundamentadas en estadísticas e historia de su equipo y simplemente no se van de “boquilla”.  A pesar de esto y por si fuera poco, a pesar de que hay mujeres que poseen muchos conocimientos en deporte o los juegan muy bien, nuestra opinión o presencia simplemente no es tan relevante e importante como la del hombre.

En la actualidad ya no sueño con ser futbolista porque hace muchos años renuncié a esa fantasía que con el tiempo la vi más lejana. Sin embargo, sí estudio y me preparo académicamente para hacer periodismo deportivo en algún futuro muy cercano.  Estoy consciente que esto no hace más fácil el hecho que continúo siendo mujer en un país predominante de personas machistas y que cuando se enteran que le voy al Real Madrid me tratan de poner en un tipo de interrogatorio hasta probar que conozco a mi equipo para ser merecedora del título de fiel seguidora y no solo una fanática más por moda.

La forma cómo nos educan tanto en el colegio como en casa es lo que nos vuelve personas tolerables y sin o con prejuicios cuando crecemos. Es esta la importancia de inculcar una educación dónde no haya lugar para la discriminación en ningún deporte o situación en la vida, porque lo bello del deporte se supone que es que no discrimina sexo, etnia, edad o género.  Ahora es momento que tan solo lo pongamos en práctica.

Fotografía: www.kttape.com.mx

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