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Jeraldine del Cid/ Opinión/

“Siembra verdad y justicia y cosecharás reconciliación.”
-Gerardi

Este artículo surge como reflexión ante múltiples comentarios en torno a la “Memoria Histórica”, concepto que se designa al esfuerzo sistemático de las sociedades por establecer su pasado, por valorarlo, honrarlo y respetarlo. La memoria mistórica es un elemento muy valioso para toda sociedad, como dice un dicho, quien no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va. También es famoso el que dice que es necesario aprender de los errores del pasado para no cometerlos en el futuro.

Pero la “Memoria Histórica” tiene connotaciones especiales para un país como Guatemala.

En primer lugar somos una sociedad heterogénea, con raíces muy diversas, cosmovisiones y costumbres distintas. Además, se comparte un pasado lleno de heridas, injusticias y silencios, por lo tanto “recordar” puede resultar muy doloroso. Para algunos es necesario para sanar, para otros es una pérdida de tiempo. Es difícil lograr cohesión en una sociedad que no se pone de acuerdo ni siquiera para recordar.

He escuchado comentarios como: “si muchos siguen viviendo del conflicto armado, el conflicto sigue vivo”, “¿para qué vivir en el pasado?, volver atrás es retroceder”, o por el contrario: “sin perdón no hay olvido, pero sin justicia no hay perdón”. Cada uno expresado por personas con diferentes historias de vida, distintas experiencias, distintas ideologías y por ende distintos enfoques del problema.

Para muchos, pasar la página es lo más práctico y son de la postura de que una sociedad golpeada que se enfoca en su dolor no sale adelante. El problema de esta manera de verlo es que no se toma en cuenta que ningún caminante, por fuerte  que sea, podrá llegar muy lejos con sus heridas abiertas. Esta reflexión nos lleva inevitablemente a pensar en las víctimas principales del pasado herido que ha forjado a esta sociedad.

Una buena parte de esta Memoria Histórica se centra en el Conflicto Armado Interno, en las atrocidades contra la humanidad que tuvieron lugar en dicho contexto. Ante ello pensar en las víctimas nos da una guía para proponernos como sociedad, enfrentar maduramente dicho pasado y reparar las heridas y los cortes que tenemos en nuestro tejido social.

El 25 de febrero se estableció como el “Día de la dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado Interno”, es la oportunidad que tenemos de ir construyendo esa Memoria, para sanar. Nos convoca a honrar a las y los sobrevivientes, así como dignificar la memoria de aquellas personas que sufrieron las peores consecuencias: las masacradas, ejecutadas, desaparecidas, secuestradas, exiliadas…

Se estableció esta fecha ya que el 25 de febrero de 1999 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) presentó el Informe Memoria del Silencio, en el que se dan a conocer los actos inhumanos que provenientes de todos los bandos se ejercieron contra la población, principalmente por parte del Estado a manos de sus fuerzas armadas, el ejército en particular.

Una buena manera de ser partícipes de esta Memoria es informarnos, leer dicho informe y otras fuentes. Hacerlo con ojos críticos pero con corazón empático.

Tener empatía hacia las personas más vulnerables nos hace más humanos. Asimismo existe el Informe de la Recuperación de la Memoria Histórica (Informe REMHI), conocido también como el Informe “Guatemala: Nunca Más”, que fue elaborado en el marco del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica sobre las graves violaciones de Derechos Humanos cometidas durante el Conflicto, y que, un par de días después de que fue presentado por Monseñor Gerardi, este fue asesinado, sumándose a la larga lista de víctimas.

Finalmente, al construir una Memoria Histórica, al compartirla y enfrentarla, al resarcir para sanar, debemos también honrar la vida, la dignidad del que vive, del que lucha por una vida mejor, por una sociedad más justa. Conmemorar este día nos permite también reflexionar sobre el arduo trabajo que falta y que muchas expresiones están ya en marcha, entre ellos los movimientos  campesinos, los líderes estudiantiles, el sector académico, los religiosos, los ciudadanos y ciudadanas, para que nos encaminemos como sociedad a ese tan deseado “Guatemala nunca más”.

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