Ventana

Francisco Juárez/Corresponsal/

La casa está construida de madera. Una telaraña, sostenida de una de las columnas, mantiene atrapada a una mariposa amarilla y negra, bajo el torrente de lluvia que de forma sorpresiva cae esa noche de verano. Los árboles se mecen y se doblan bajo el fuerte viento y las nubes grises. Esa noche, tan lejana ya, padece la soledad del olvido que a cada gota acarrea el tiempo. Es noche de nubes grises, de madera mojada.

Vuelan por el campo las luciérnagas, iluminan el matorral avejentado. Verde, negro, verde, negro. El viento sopla, arrastra el cielo, limpia con paciencia el firmamento. Las luces lejanas, pequeñas e inmensas titilan solitarias. La cigarra duerme y las hormigas aún bailan. Las hojas caen, no cesa el desgarro.

Hay silencio bajo el murmullo que rodea la choza solitaria. No sale humo de la chimenea. El caserón vacío se inunda de nada. Vuela sobre el techo el suave haz lunar, el viento estremece las ramas desnudas.

El polvo se acumula en el marco de los ventanales. Las cochinillas duermen bajo las rocas húmedas. En el patio trasero se estremece una prenda blanca y un listón rojo. Se sujetan del lazo firmes contra el viento. Un viejo par de zapatos sucios, de un café amargo, se posa contra la puerta. El lodo seco se aferra a las suelas. El agua del lavadero se mece al caer una hoja.

La noche es una caricia que adormece, pero no consuela. La araña envuelve a la mariposa. Las gotas que se posan sobre su red son igual de efímeras.

A través del opaco cristal se ve su silueta. El cabello largo y liso. Las pequeñas manos tiemblan, se aferran a la madera, los ojos se posan sobre el exterior, se alza sobre los pies descalzos. Se estremece cuando contra la ventana se estrella un ronrón.

En el interior de la casa sólo está la niña y una fotografía. Parece tomada años atrás. La niña duerme en el regazo de una mujer. Un hombre posa su mano sobre la frágil sien. La niña duerme en la fotografía.

Al tomar valor vuelve a la ventana, se inclina sobre el frío cristal. A través de la telaraña se cuela la luz de la luna. A través de la ventana se desliza el viento. Debajo de la puerta caminan las hormigas. Del chorro caen gotas al lavadero. En sus ojos se refleja el verde que titila, que vuela suave, apacible.

Abre sus pequeños labios, contienen el aliento. Suelta un hilo de voz: ¿Por qué mueren tan pronto las luciérnagas?

 

Fotografía: www.whiteviolet.deviantart.com

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