Banderas

 

Jose Rodolfo Ruiz/ Corresponsal/

 

“Yo no quisiera ser de aquí.

Amo, con todo lo que soy, este suelo y su gente.

Por eso mismo, sufro de manera atroz.

Por eso mismo, me duele hasta el aire que pasa.

Por eso mismo, no quisiera estar aquí.

No quisiera ser de aquí.”

Esos son los primeros versos del poema Yo no quisiera ser de aquí de Manuel José Arce que se citan al final de la obra de teatro Irse y que de acuerdo a Guillermo Santillana, creador junto con Jordi Möllering y Bonifaz Díaz, “entra como anillo al dedo” al espectáculo.

La obra, producción de los grupos de teatro Artzénico y Armadillo, se presentó en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias durante el VII Festival Nacional de Teatro, y es producto de la extensa investigación que realizaron sus creadores durante su viaje a través de la Ruta del Migrante.

Con características del teatro de lo absurdo y una interminable cantidad de simbolismo abierto a la interpretación del espectador, la obra busca dar a comprender el origen de los migrantes, las dificultades y miedos durante su travesía, y la esperanza que les da la energía para continuar.

Sin embargo, hay dos temas que se tocan que me llamaron en especial la atención: el nacionalismo y el separatismo.

Por nacionalismo, usualmente comprendemos el amor a la patria y la identificación con la misma. Se suele ver como algo positivo y que se debe fomentar en los habitantes de un territorio, y de manera general, es algo positivo y útil. Sin embargo, la denuncia que “Irse” hace, es a aquel nacionalismo negativo al que Santillana y compañía definen como “aquel que me separa de los otros seres humanos y no el que me une y lleva a compartir con personas de otros países; el nacionalismo que nos llena de prejuicios”.

Durante la obra hay cuatro actores en escena que representan cada uno a un país diferente. Existe un momento en el que todos entonan su himno nacional al mismo tiempo, lo que causa que poco a poco compitan subiendo el volumen a su canto hasta que el personaje que interpreta Santillana se irrita y ataca a los demás, con quienes tenía una relación de casi hermandad. El ataque genera tensión entre todos y posteriormente lleva al perpetrador a disculparse con cada uno.

Santilla afirma respecto al separatismo que denota esa parte específica de la obra:

[quote]“Se habla de un conjunto de naciones que al final son hermanas. Que aunque estamos divididos por fronteras, no somos muy diferentes a los salvadoreños o los mexicanos, sino que son esas divisiones imaginarias, que al final volvemos reales, lo que nos provocan grandes separaciones. Porque, ¿qué diferencia hay en un humano que nace aquí o a diez metros? ¿Qué lo diferencia si nace a cien kilómetros? Si al final todos somos latinoamericanos y venimos de las mismas mezclas, y es en nuestra mente donde etiquetamos a la gente y se crean los prejuicios. Son esos prejuicios lo que nos hacen creer que somos más o que somos menos que otros por el lugar en donde nacimos.” [/quote]

El nacionalismo negativo y el separatismo se pueden ver muy claramente en la vida diaria. Uno de los mejores ejemplos se da en los eventos deportivos, donde la rivalidad puede llegar a los extremos. Ese nacionalismo negativo también puede llevar a la prepotencia e imposición de políticas o ideologías propias en territorios ajenos, aquello de lo que siempre criticamos a Estados Unidos.

Y ese separatismo queda muy claramente marcado en la migración.

Guatemala es un país lleno de oportunidades y rico en cultura, tradiciones, recursos, diversidad, etcétera, pero también existen muchas injusticias que asfixian al ciudadano promedio. Es esa misma asfixia y la fuerte afluencia de culturas externas que se nos presentan como superiores lo que nos lleva a avergonzarnos e incluso negar nuestro origen para imitar lo ajeno, en muchos casos. En muchos otros, el atractivo de las culturas externas y las ideas que nos hacemos de países  de primer mundo como aquellos paraísos terrenales en donde cualquier negocio florece y el trabajo y dinero caen del cielo, son lo que nos lleva a migrar a ellos en busca de “una mejor vida” y el traicionero “sueño americano”. Es entonces cuando entran en efecto los primeros versos del poema de Arce, y dejo claro que son los primeros porque el poema en sí habla de un amor entrañable a la patria.

Cuando el migrante llega a su destino extranjero, usualmente choca con una realidad que no era la esperada, y es discriminado, marginado y hasta deportado. Lo más irónico es cuando esto sucede en un país como Estados Unidos, el cual es históricamente un país de migrantes.

Migrantes que ahora discriminan a nuevos migrantes y les cierran las oportunidades.

Sin embargo, esa discriminación y resentimiento al migrante no suceden solamente a quienes llegan de países en vías de desarrollo a naciones de primer mundo. También ocurre a los europeos y estadounidenses que vienen a Guatemala, quienes aunque en ocasiones son tratados como reyes porque los creemos superiores de alguna forma, también los vemos con resentimiento por esa misma superioridad ilógica que les otorgamos. Y es entonces cuando nos atacamos por diferencias que hemos creado, como el personaje de Santillana.

 

Fotografía: www.analistasindependientes.org

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