Mauricio Abraham Rosales Schettini/
Muchas veces hemos escuchado que Guatemala es el país de las oportunidades; el espacio para el desarrollo económico de quien con visión emprendedora decida mejorar sus condiciones y calidad de vida. ¿Serán oportunidades para todos y todas? ¿Hay igualdad de condiciones? Ante la escasez de las oportunidades laborales el emprendimiento parece que se da más por necesidad que por “oportunidad”.
De acuerdo con datos presentados por la Coordinadora Nacional por los Derechos de la Niñez en Guatemala en 2017, uno de cada dos niños entre cero y seis años sufre de desnutrición. Este es el mismo país donde parte de la ciudadanía se enorgullecía, a finales de 2016, al presentar el primer árbol navideño decorado con finos y lujosos cristales en uno de sus centros comerciales más prestigiosos. Cifras como estas deberían alarmarnos como sociedad y como ciudadanos , condiciones que están acabando con el futuro de nuestra Guatemala. Los niños merecen tener una vida digna y vivir en un lugar donde se establezcan condiciones apropiadas para su pleno desarrollo como seres humanos.
Evidentemente, este no es el mejor lugar hoy por hoy.
Cuando me doy a la tarea de pensar en las oportunidades a las que tenemos acceso, especialmente en aquellos que son los menos favorecidos de esta sociedad, resulta que el país es la novena nación más desigual a nivel mundial y la cuarta en Latinoamérica, según el informe de 2016 del Banco Mundial. Esto nos conduce a plantearnos la pregunta ¿si en realidad conocemos la profunda multidimensional de los problemas que aquejan a nuestro país?. En donde la pobreza y la desigualdad por mencionar algunos, crecen sin problema y parecieran dirigirse a un camino donde no encuentran a nadie decidido a ponerles un alto.
Aquí algunos datos que reflejan nuestra condición:
-Según el Ministerio de Trabajo y Asistencia Social, a finales de 2016, siete de cada diez guatemaltecos y guatemaltecas permanecen en la economía informal.
–Una Canasta Básica Vital, estimada por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales -ICEFI-, en Q.7,186.18 mensuales, y con un salario mínimo de Q. 2,893.21.
-Para agregar, la Encuesta de Condiciones de Vida -Encovi- del 2014, situaba a 9.6 millones de guatemaltecos en el nivel de pobreza, mientras que unos 3.7 millones se encontraban en lo que conocemos como pobreza extrema.
Además, Guatemala es un Estado que recauda menos de lo que gasta; el país de la eterna primavera posee las tasas más bajas de recaudación en relación con el tamaño de su economía. Es decir, se debería recaudar, al menos un 20% del Producto Interno Bruto -PIB- pero en la actualidad se alcanza un 13%. Lo que nos deja en un escenario de manos atadas, con recursos sumamente limitados que no le permiten a la administración pública brindar servicios básicos de calidad, como salud, educación o seguridad a sus ciudadanos. Esto sin tomar en cuenta la infección de la corrupción que ha cooptado a las instituciones gubernamentales.
Por duro que sea y por muy difícil de creer conocer la realidad de nuestro país es necesario.
Estos han sido solamente algunos de los datos que más allá de representar cifras o números involucran la vida de guatemaltecos y guatemaltecas en busca de mejores oportunidades de vida, que luchan día con día para superar las adversidades y que evitan desde su interior desesperado y nadando contracorriente,ser consumidos por este sistema que nos tiene al borde de la desesperación y el caos. Tenemos que plantearnos la reestructuración del país que queremos mejorar; sentarnos a dialogar sin importar nuestras posturas o procedencias sociales, de lo que tenemos y podemos hacer para mejorar esta realidad que nos aniquila. Hay que plantearnos como hacer que Guatemala sea un mejor lugar para todos no solo unos cuantos que se benefician del crecimiento económico anual. Quizás una nueva Guatemala sea posible, en tanto que estemos dispuestos a poner de nuestra parte y trazar el camino por el que queremos recorrer. Este es un trabajo de todos y todas.