Recientemente se presentó la inicitiva “Paraíso Desigual” impulsada por Oxfam con el apoyo de ICEFI, Nómada, Plaza Pública, el IDIES de la Universidad Rafael Landívar y JusticiaYa; porque creemos que es urgente frenar el círculo vicioso de la desigualdad en Guatemala que destruye el bien común y limita nuestras posibilidades de participar en una democracia plena y gozar un desarrollo en el que quepamos todas y todos.
“Nos parece inaceptable que Guatemala sea de los países más desiguales del mundo.”
Vemos con preocupación e indignación cómo la desigualdad no solo genera pobreza y hambre, sino también, violencia, corrupción y exclusión. Nos parece inaceptable que Guatemala sea de los países más desiguales del mundo. Necesitamos debatirlo públicamente; y por eso, se lanzó esta iniciativa el 23 de mayo en el Centro Cultural de España donde nos encontramos gente de todas las edades, contextos e historias de vida. No cabía gente en la sala.
Partimos de la premisa de que hay que entender la desigualdad, antes de proponer soluciones. Por eso, nos comprometimos como parte de esta iniciativa a informarnos y discutir la desigualdad públicamente para entender de qué manera las brechas actuales de oportunidades, ingresos, riqueza, patrimonio, tierra y poder político nos convierten en uno de los países más desiguales del mundo. Para ello, se presentaron estadísticas y las conclusiones más importantes de los dos estudios que forman parte de Paraíso Desigual. Jonathan Menkos (ICEFI), partió de una pregunta básica: ¿cómo se ve la desigualdad social en un país en donde el 1% más rico tiene más ingresos que el 42% más pobre?
La desigualdad, no solo es un tema económico, también es un tema social y político. Quienes tienen poder económico, suelen tener poder político y eso se evidencia también en la inversión que hace el Estado en su gente. En el caso de Guatemala, por cada quetzal invertido en un hombre, el Estado invierte solo 87 centavos en una mujer. Por cada quetzal que se invierte en una persona no indígena, el Estado invierte solo 39 centavos en una persona indígena. Es decir, si somos mujeres o indígenas en Guatemala, tenemos menos acceso a servicios públicos y básicos como salud y educación. Estaremos en una posición más vulnerable y en desventaja frente a otros.
La desigualdad no es inevitable. Puede corregirse. Necesitamos liderazgo y voluntad política.
No se trata de satanizar a quienes tienen más, sino de encontrar rutas para cerrar la brecha de desigualdad económica, social y política en el país. Esto no riñe con el crecimiento económico, el cual es necesario pero no es suficiente ni soluciona por su cuenta, los grandes problemas del país. Por eso se habla de un secuestro de la democracia. Según Rosa María Cañete (Oxfam), el concepto de ‘secuestro de la democracia’ se entiende como aquel en el que las élites cooptan, corrompen y/o desvirtúan la naturaleza de las instituciones democráticas para inducir la generación de políticas que mantienen la posición privilegiada en la sociedad de dicha élite. Es decir, perpetuar la acumulación de ingresos y poder en manos de los mismos y utilizar el Estado para beneficio de unos pocos contra los intereses de la ciudadanía en general.
El economista, Josep Stiglitz, decía que la desigualdad “es la causa y la consecuencia del fracaso del sistema político, y contribuye a la inestabilidad de nuestro sistema económico, lo que a su vez contribuye a aumentar la desigualdad”. Teniendo todo esto en cuenta, el llamado es a que sumemos esfuerzos y a que imaginemos un futuro más equitativo. Esto se discutió a mayor profundidad en el foro en el que participaron Elena Chiquival (Coordinadora, Consorcio de Asociaciones de Mujeres de Santiago Atitlán), Salvador Paiz (Vicepresidente de FUNDESA), Samuel Pérez Álvarez (Landivarianos), Juan Francisco Solórzano Foppa (SAT) y Gabriela Carrera (investigadora y politóloga). Posteriormente, los asistentes salimos de la sala y nos dirigimos a diez distintas mesas en el lobby, de acuerdo a las tarjetas que encontramos en nuestros asientos. Las tarjetas indicaban el porcentaje de la población al que fuimos asignados de acuerdo al nivel de ingresos y oportunidades. Las mesas en su conjunto reflejaban a la población en Guatemala. Luego se puso más interesante: se repartió un pastel en las diez mesas de acuerdo a la riqueza que le correspondía a cada segmento de la población. De esta manera, muchos tuvieron que compartir un pequeño trozo y casi no pudieron comer, mientras que otros pocos tenían hasta un pastel completo para cada uno en la mesa.
Al salir del evento, reafirmamos nuestro compromiso de ejercer una ciudadanía activa frente a la desigualdad.
Le apostamos a una ciudadanía informada, comprometida y movilizada, capaz de transformar nuestro Paraíso Desigual en un auténtico paraíso de oportunidades para todos. Es un esfuerzo que requiere de todos. ¿Te sumás?