no me interesa nada

José Mariano Díaz/ Opinión/

“Como no sé, no me interesa y mejor no hablo del tema”. Eso sucede muchas veces y lo he repetido en varias ocasiones. “Como yo no estudio política o derecho no me importan los relajos del congreso, la campaña anticipada de Baldizón o los relajos del binomio presidencial”. Sí, yo solía pensar de esa manera y de ello me avergüenzo (bueno, no tan exagerado, pero sí de cierta forma).

Esta forma de pensar de la política se me fue quitando a medida que me fui relacionando más con esta temática; un ejemplo de ello, fue el estar frente a frente con algunos de los futuros magistrados del Tribunal Supremo Electoral, personas que de cierta forma, tendrán en sus manos un proceso que definirá el futuro del país. Recientemente tuve la oportunidad de estar muy de cerca en el proceso conocido como “comisiones de postulación” (¿qué es eso?)  Sé que se preguntarán eso, porque ni yo mismo sabía qué eran estas comisiones antes de acercarme al proceso.

En pocas palabras y para ubicarlos de buena forma sobre lo que son las “famosas” comisiones de postulación, existe una ley que dicta que un año antes de cada proceso electoral, se conforma una comisión para elegir a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral para un período de cuatro años. Esta debe escoger a diez profesionales, entre los cientos de profesionales que se postulan para el cargo, para que sean magistrados.  Al parecer, estos procesos se repiten para las elecciones de cargos en el Ministerio Público, Corte Suprema de Justicia, Contraloría General de Cuentas y Cortes de Apelaciones.

Es interesante, porque no fue por curiosidad ni casualidad que me haya involucrado en esto, sino que fue por parte de mi trabajo en Brújula.

Hace unas semanas estuve apoyando como camarógrafo a la asociación Guatemala Visible, grabando un mensaje de los postulantes hacia la comisión, del porqué ellos eran ideales para el puesto. Me llamó la atención el analizar el comportamiento de las diferentes personas que asistieron a la actividad. Desde personas muy seguras de quienes son y de lo que son capaces de hacer, hasta personas con los nervios de punta y con un discurso entrecortado por las muletillas.

Pero más allá de juzgar cómo actuaban los postulantes frente a las cámaras (porque no todos son presentadores de noticias del telenoticiero estelar de las nueve de la noche), analizar el discurso es clave, además eso es a lo que la comisión le dará prioridad.  Sin embargo, ¿qué conclusiones se puede sacar del mensaje que cada postulante expresaba en cada video? ¿Se puede determinar si son personas honestas por medio de una grabación? ¿Qué se puede esperar? Estas interrogantes me las hice cuando los mismos postulantes se mostraban incrédulos ante el proceso, como decía uno de los asistentes a la actividad: “esto está ya decidido”.

Sin embargo, entre los más de cien participantes, entre los más de cien profesionales que asistieron, hubo uno que me dejó algo importante, porque dijo algo que ninguno de esos ciento y algo (lo pongo así porque no tengo en mente el número exacto, tampoco recuerdo quién era el postulante) expresó: “Yo amo a Guatemala”.

Sí, podrán ser profesionales con doctorado y maestría, religiosos practicantes con valores bien fundamentados, pero ¿qué pasa si no aman a su país? ¿Será que lo hacen por un buen sueldo o un inciso más en su currículum? Si bien puede ser que por los nervios o porque simplemente se les olvidó fue que no lo dijeron en el video, creo que un “yo amo a Guatemala” debería ser siempre la introducción a nuestros discursos (bueno, si es que de verdad uno lo siente).

Acercarnos a la realidad e interesarnos en este tipo de temas, nos ayuda a pensar diferente, a pensar de forma crítica, a ver dónde estamos caminando y hacia a dónde vamos, para que si vamos en la dirección equivocada, retrocedamos y retomemos el camino.

#YoPromuevo el Pensamiento Crítico.

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