A mis 27 años conocí a la persona que me llevó a los grupos de autoayuda Al-Anon. Fui a un evento y conforme iba avanzando la charla me identificaba con las características de la hija adulta de un enfermo alcohólico y también empecé a descubrir que mi vida sólo era sobrevivencia.

¿Cuáles son esas características que presentamos todos los hijos de alcohólicos?

Vale la pena decir que pueda ser que el enfermo alcohólico esté vivo o muerto, cerca o lejos de nosotros, no importa. Se mantienen en nosotros hasta que son trabajadas en un programa como el de Al-Anon.

La primera característica viene a acompañarme de vez en cuando y es el aislamiento.  Ahora ya no es como en mi infancia porque yo tengo las herramientas que el programa me ha brindado, dándome el enorme regalo de

poder decir que “la soledad sí es buena consejera” si estás sanando heridas, pero no si lo haces desde la victimización, tiene que haber un despertar.

La segunda es no hablar. A pesar que siempre hablo mucho, no lo hago expresando mis sentimientos y heridas, hablo de cosas superficiales. En Al-Anon entendí que no todo se puede contar y menos a cualquiera, pero sí a un círculo más íntimo que hallas en los grupos y así tener una comunicación profunda.

No confiar es la tercera. Creo que esta todavía la siento cuando una persona se burla de algo que le comenté, o no se alegra de mi alegría y me vuelvo a sentir como esa niña que no confiaba.

Las personas en los grupos me dan la posibilidad de venir y volver a confiar, mi madrina me brinda esa oportunidad, ella y todas aquellas personas Al-Anon en las que encuentro lo que necesito.

Control es la que sigue. Según yo era mi más alta cualidad, pero ¡cuán equivocada estaba! A través de los lemas aprendí nuevas cosas, el lema “suelta y confía” me llevó años el entenderlo, vivirlo y disfrutarlo, me llevó a confiar que mi Poder superior me daría sorpresas y a aceptar que yo no lo puedo controlar todo, mucho menos a las personas.

Esta característica me marcó en mi vida, hasta mis 30 años y hablo de la culpa, carga muy pesada que llevaba en mi espalda tanto así que creo que hasta caminaba de manera agachada. Aprendí a cambiar mi postura a través de modificar mis pensamientos y actitudes ante la vida y ese gran regalo lo recibí escuchando las experiencias de los demás y es algo que no lo puedo terminar de agradecer.

No sentir, los hijos de alcohólicos no nos damos el lujo de sentir. Había escogido no hacerlo porque me dolía la forma en que me trataban, reaccionaba de manera descontrolada, siempre a la defensiva, creyendo que todos me querían lastimar. Paso a paso descubrí que sí podía sentir y que podría aprender a pensar antes de actuar.

Muchos años pasé en algo que no era vida. El tener el valor de buscar ayuda y perseverar en el programa me dio los regalos que no veía, descubrí el colorido que hay en la vida, aprecié la dicha que me brinda mi día a día y disfruté la nueva forma de relacionarme con las personas.

Y todo ello lo vivo cada hoy que se me presenta. Mis días transcurren de manera diferente, mi despertar espiritual me permite ser agradecida pero ¿qué es eso del despertar espiritual? descubrí que aparte de ser materia mente y cuerpo, también tenía un espíritu que por haber nacido en mi hogar alcohólico se hizo muy pequeñito e infeliz y en Al-Anon me ayudaron a revivirlo, a nutrirlo, a encontrarme en mi esencia en fin a convertirme en la persona que estoy destinada SER a través de los Doce Pasos, las Doce Tradiciones, los Doce Conceptos en general con el programa. En síntesis, despertar alegre y compartir mi nueva yo, uno en el que lo que digo sea coherente con lo que hago, sólo por hoy. Hoy soy muy  feliz a pesar de las circunstancias que día a día debo atravesar, pero sé que poseo tan sólo una fracción de tiempo que es el hoy y por lo tanto elijo vivirlo bien.

 

Heidy G., hija adulta de un enfermo alcohólico

 

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