APATÍA

María Fernanda Sandoval/ Opinión/

A mediados del mes de enero, el canal en Youtube de la Casa Rosada, la casa de gobierno argentina, publica el video de una Cristina Fernández muy auténtica haciendo el llamado a varios jóvenes por la solidaridad, encontrando como respuesta porras y aplausos de los oyentes presentes en la conferencia. Ese mismo día, en Guatemala, dentro del aula de una de las facultades y universidades más prestigiosas del país, una catedrática inicia la presentación de su clase con una pregunta simple: ¿Quién quiere ser presidente? Para su sorpresa, de la clase de cincuenta alumnos, únicamente tres levantan la mano.

¿Qué hace que en nuestro país existan tan nulas ganas de parte de los jóvenes de adentrarse a la política?

Mientras en el igual sudamericano puede verse el liderazgo de la presidenta, que para bien o mal, despierta dentro de los habitantes del país una emoción sincera, de apoyo o de oposición, con argumentos válidos y concretos, en Guatemala, los jóvenes nos volvemos invisibles en el medio, sin seguir a un líder en específico, y aún peor; sin ofrecer liderazgo nosotros mismos.

¿Cuándo fue la última vez que nos interesamos seriamente en las decisiones políticas que cambian constantemente el rumbo del país? ¿Es para nosotros la política algo más que bromas absurdas en redes sociales? ¿Sabemos qué es realmente lo que pasa a nuestro alrededor? Por lo general, las estructuras de corrupción y la falta de valores que se presentan constantemente dentro de los -“líderes”- actuales despierta un deseo de alejarse lo más posible de la política, pero… ¿esto en qué cambia la situación?

Guatemala necesita de una participación política coherente, entregada y comprometida. Más allá de un voto cada cuatro años, se necesita con urgencia de personas pensantes que seriamente fiscalicen la actuación de gobernantes; que ejerciten su derecho de manifestarse frente a decisiones mal tomadas, cuando así lo consideren necesario; que representen la opinión generalizada de más de la mitad de la población; necesita de las y los jóvenes. Basta de títeres que se den por vencidos antes de intentar cambiar la estructura.

Y si los ideales ya existentes no nos convencen por la falta de transparencia que muchos de ellos representan, entonces es momento urgente de vestirse de nuevos líderes. Buscar soluciones y dar respuestas a la situación que nos aqueja, ser más de tres, los que en un aula de cincuenta, quieran ser presidentes.

Imagen modificada

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