En el departamento de Guatemala nacen y atraviesan dos grandes ríos, uno que va hacia el norte y otro hacia el sur: Río Las Vacas y Río Villa Lobos. El primero desemboca en el Río Motagua con dirección al Mar Caribe y el segundo, en el Lago de Amatitlán con dirección al Océano Pacífico.
Ambos podrían abastecer y proveer agua no solo al área metropolitana de la Ciudad de Guatemala, sino también a todos los municipios que ambos ríos recorren en el departamento; sin embargo el problema es que no lo hacen no por falta de capacidad en su afluente, sino por el descontrol de la contaminación que en ellos recorre.
Vertiente Norte
A 10 kilómetros de la Ciudad de Guatemala se encuentra el municipio de Chinautla. Un municipio en completo deterioro resultado de diferentes factores: el terremoto que lo destruyó en 1976 y forzó la movilización de sus habitantes, la alcaldía que monopolizó Arnoldo Medrano desde 1985 hasta 2015 cuando fue capturado por acusaciones de corrupción, y la falta de planificación de una municipalidad vecina. La Municipalidad de Guatemala y sus habitantes, que convierte, a Chinautla, en receptor en grandes proporciones de la basura originada en el vecino municipio. El río Las Vacas lo evidencia.
“Al sur de la capital la situación, aunque más conocida, no es diferente a la del norte.
Vertiente Sur
En el municipio de Amatitlán ubicado a menos de 50 kilómetros de distancia de la Ciudad de Guatemala, el que alguna vez fue uno de los destinos turísticos más cercanos y famosos hasta principios de los años 80; y hoy, no es más que una planta improvisada de tratamiento de aguas negras. Durante décadas, el Lago de Amatitlán ha reflejado un problema de contaminación grave que no ha tenido control ni preocupación de las autoridades por rescatarlo, siendo su principal afluente el río Villa Lobos. Y a pesar que desde hace 21 años existe una asociación para rescatarlo (AMSA), sus autoridades en el 2015 también se vieron involucradas en hechos de corrupción con la famosa “agua mágica para salvar el lago”.