rope2

Al-Anon/Opinión/

Los alcohólicos actúan y los familiares y amigos reaccionan.  La mayor parte del tiempo reaccionamos porque no sabemos que tenemos opciones. Es automático. En Al-Anon se nos recuerda que hay opciones.  El hecho de que el alcohólico se emborrache, simule, no cumpla una obligación, diga que el cielo es anaranjado o haga y rompa una promesa, no quiere decir que aquellos que se preocupan por él o ella deban seguir haciendo lo que hacían antes. Tenemos opciones.

Es como si sostuviéramos una soga por un extremo y el alcohólico estuviera del otro lado y comenzara a tirar. Muchos de nosotros tiraríamos hacia nosotros. Nunca se nos ocurre que no es necesario jugar, si conociéramos las opciones, podríamos decidir soltar la soga. No hay competencia a menos que las dos partes sigan aferradas a la soga. Con un nuevo análisis, una plática con otros miembros de Al-Anon y la utilización de los lemas y los pasos, podemos descubrir nuevas opciones que nunca supimos existían. Tal vez deseemos soltar la soga.

Por ejemplo, algunos alcohólicos se sienten culpables por la necesidad de beber y les resulta más fácil culpar a otro por ese acto.  Esos alcohólicos a menudo provocan a los que rodean tratando de comenzar una discusión de crear una crisis. Los que vivimos o trabajamos con ellos, reaccionamos a esta provocación contestando los argumentos, defendiéndonos contra acusaciones injustas, haciendo acusaciones propias.  Al final el alcohólico obtiene precisamente lo que buscaba: la excusa para beber.

Soltar la soga quiere decir reconocer las pautas y no jugar más ese juego.  Observamos el comportamiento provocativo y nos  damos cuenta exactamente de lo que hacemos en respuesta.

Una vez que tenemos claro el papel que nos corresponde, podemos elegir una respuesta diferente.  La próxima vez que se nos acuse de ser perezosos, podríamos decidir no reaccionar, quedándonos callados o simplemente cambiar de tema. Dejar la habitación o tomarnos un tiempo para reconocer ante nosotros mismos que la acusación no es real, y que es la enfermedad del alcoholismo, y no nuestro ser querido, es la que habla.  O, sabiendo que a veces somos perezosos, podríamos sonreír con simpatía y aceptarnos.  No hay respuestas correctas o equivocadas. No importa de qué manera interrumpamos la pauta, sino que lo hagamos. El alcohólico puede no aceptar el cambio con demasiada tranquilidad, especialmente al principio.  El necesita un trago y la única manera en que puede hacerlo con comodidad es iniciando una pelea.

Si el primer esfuerzo del bebedor fracasa porque rehusamos jugar nuestro papel habitual, posiblemente trate otra vez. Si somos condescendientes en cuanto al nuevo papel que vamos a tener, presumidos sobre la incapacidad del alcohólico de provocarnos, nos derrotamos a nosotros mismos.  Nuestra actitud lamentablemente no solo dará al alcohólico la excusa que busca, sino que también continuará enfrentándonos a una enfermedad que simplemente no podemos vencer. Somos impotentes ante el alcoholismo de otra persona.   Si continuamos en esta batalla que no podemos ganar, no podremos ponerle fin a la frustración y a la desesperación que nos llevaron a intentar esta nueva estrategia.

Nuestro objetivo no es tener la razón, ni tampoco ganar,  es hacer todo lo posible para curarnos a nosotros mismos y a nuestras relaciones. 

Al tomar más conciencia de la dinámica de la enfermedad familiar, muchos de nosotros descubrimos que hemos cumplido una función particular en nuestra familia o grupo.  Los amigos y familiares tienen diversos papeles de apoyo en esta enfermedad familiar. No nos damos cuenta de que, al representar nuestro papel, contribuimos en realidad a sustentar la enfermedad.

Podemos facilitarla rescatando al alcohólico de consecuencias desagradables de sus propios actos. O podemos hacernos la víctima interviniendo sin quererlo, reemplazando al alcohólico que está demasiado borracho o con resaca y no cumple con sus responsabilidades laborales y familiares. Tal vez creamos que nuestro papel es asumir las culpas aunque no tengamos nada que ver en ellas.

Todos estos papeles de apoyo funcionan de consumo para mantener un equilibrio en el cual el alcohólico pueda continuar jugando su papel con la menor incomodidad posible.  Así, cuando cualquier miembro del círculo de este alcohólico deja de representar su papel, todo el grupo se ve afectado.

Texto tomado y modificado del libro: Cómo ayuda Al-Anon a familiares y amigos de alcohólicos. Págs. 30 a la 32.

 

Grupos de Familia Al-Anon y Alateen de Guatemala

6ª calle 0-39 zona 1. Guatemala, Guatemala. Teléfonos: 2251-8949 y 2253- 9637. www.al-anon.org.gt  y alanondeguatemal@gmail.com

 

Imagen

Compartir