Beatriz Zamora/Joven 360/
Como bien sabemos, el ser humano es un ser social que depende de otros individuos y de la vida en sociedad para su subsistencia. Así fue como después de largos procesos históricos se conformaron las ciudades. Como parte de una ciudad, nos encontramos los ciudadanos, quienes contamos tanto con derechos como con obligaciones. Al igual que existen estas obligaciones, existe también la llamada responsabilidad social. Esta es comprendida dentro de la dimensión ética del ser humano, la cual nos lleva a tomar conciencia sobre nuestras capacidades, nuestro entorno y lo que esas capacidades pueden lograr en él.
En ese momento es donde se debe de asumir el compromiso de marcar la diferencia de forma trascendental en nuestra sociedad, transformando el deseo de servir en una acción.
La práctica de la responsabilidad social se ha convertido en una necesidad para nuestro país, ya que más de la mitad de su población vive en situación de pobreza y más del 12% de ella en situación de extrema pobreza. Más que estos datos, son todas esas personas que conforman la cifra quienes necesitan que alguien asuma un rol de responsabilidad ante tan alarmante situación. Esto nos hace pensar en las personas que pueden ser agentes de cambio, quienes tienen los medios para apoyar a otros y promover la inclusión en nuestra sociedad. Ese pequeño porcentaje lo encontramos en los universitarios, quienes un día llegarán a ocupar puestos de toma de decisiones, ya sea dentro de la empresa privada o dentro de una institución pública, y por lo mismo son los que deben de acercarse a conocer más allá de su entorno inmediato hoy, para empezar desde ahora y que así mañana sean profesionales socialmente responsables que sepan ejercer su profesión de manera consciente ante la realidad económica, social y política del país.
Desde un punto de vista un poco más individualista, la responsabilidad social no solo nos hace apoyar a otros, sino que nos ayuda a nosotros mismos. En estas instancias nos vemos beneficiados dado que vamos adquiriendo y poniendo en práctica valores y competencias que fomentan nuestro crecimiento y desarrollo personal. Estas experiencias, aunque no lo notemos en el momento, nos forman como seres humanos y nos ayudan a poder desempeñar ciertos roles con mayor facilidad en un futuro.
Para poder ejercer responsabilidad social no se necesita de un largo o complicado proceso, seguramente existe una gran cantidad de instituciones y organizaciones que necesitan de jóvenes voluntarios constantemente, organizaciones que promueven esas oportunidades (como Joven360), al igual que espacios como un comité de vecinos, por ejemplo, en donde podemos poner en práctica la responsabilidad social al participar en decisiones que tendrán un impacto, aunque sea en un sector reducido, de nuestra sociedad.
Apostémosle a este tipo de experiencias y proyectos, al final, como ciertamente me dijo un buen amigo: “su importancia es tal, que es incluso más grande y trascendental que el ejercicio ciudadano de ir a votar cada cuatro años. Generar cambios mucho más perceptibles y más a corto plazo; esto también es ejercer una ciudadanía responsable.”
Imagen por: N de Nonoy