Marcelo Colussi
¿Por qué la candidatura de Sandra Torres es tan resistida?
Rigoberta Menchú, dirigente maya, fue resistida en Guatemala a que recibiera el Premio Nobel de la Paz. Una vez obtenido, siguió siendo adversada por fuerzas racistas que continúan ocupando importantes cuotas de poder en el país. Pero cuando se postuló como candidata presidencial, tanto en el 2007 como en las actuales elecciones, no fue especialmente atacada. Cierto es que sus posibilidades de alcanzar la primera magistratura fueron, y son ahora, casi nulas. De todos modos, se le dejó hacer.
Jorge Soto, conocido como Pablo Monsanto cuando era comandante guerrillero, fue candidato presidencial por el partido Alianza Nueva Nación, de izquierda, en las pasadas elecciones de 2007; si bien representaba al enemigo de clase contra el que el Estado y su ejército combatieron durante décadas, no fue especialmente denostado. Igual que a Rigoberta, se le dejó hacer.
Para la ideología de los grupos dominantes del país, quienes marcan el rumbo imbuidos aún de un fuerte anticomunismo propio de la Guerra Fría así como de un poderoso espíritu racista (que ha cambiado algo en lo superficial, pero que aún sigue siendo la nota distintiva de nuestra sociedad: “seré pobre pero no indio”), ninguna de estas dos candidaturas: un comunista y una indígena, le quitaron el sueño. ¿Por qué la candidatura de Sandra Torres motivó tanto rechazo?
El fenómeno es digno de ser estudiado desde distintas ópticas: política, sociológica, psicológica. ¿Representa un peligro tan grande su candidatura? ¿Para quién? ¿No es desmedida esta “sandrofobia” que ha enrarecido todo el panorama político? ¿No hay cosas más importantes que discutir en la presente campaña -la pobreza crónica de más de la mitad de la población, el hambre (que mata más gente diariamente que la violencia delincuencial de la que tanto se habla), el racismo imperante, la herencia de violencia que nos dejó la guerra interna-, que esta presunta ilegalidad de su candidatura?
Sandra Torres no es una comunista que viene a expropiar, que impulse reforma agraria. No es una indígena tampoco. Por el contrario, es una empresaria exitosa. Si se le acusa de corrupción por las transferencias presupuestarias, eso no fue sino una readecuación para ayudar -en forma populista- a los sectores más desfavorecidos. ¿Por qué tanta resistencia? ¿Misoginia de una sociedad hiper machista? ¿Odio de clase porque favorece a los desamparados? Cuando el alcalde Arzú regala tamales, nadie abre la boca. ¿Por qué?