Por Andrea Godínez/ Brújula/
— Nota actualizada a agosto de 2016.—
Es necesario partir de lo siguiente: la problemática de Seguridad Alimentaria y Nutricional no es un tema de moda. Todo lo contrario. La desnutrición es un desafío para Guatemala. Especialmente porque cada vez, este problema ha ido aumentando la población que la padece, al punto que para 2013, se manejaban cifras de un 48.9% de niños menores de 5 años en riesgo de morir a causa de la desnutrición crónica, de acuerdo a Luis Enrique Monterroso, secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
La pobreza extrema es un agravante a la problemática. 51% de familias que viven en situaciones de pobreza, el 15% se cataloga en pobreza extrema, siendo en el área rural donde esta situación se agudiza y con ello, la escasa o nula facilidad de acceso a los alimentos. (SESAN, 2011)
Sin embargo, si la desnutrición es un problema que ha permanecido sin atención en el país por muchos años, ¿por qué los gobiernos no han hecho algo para contrarrestarlo en vez de dejar que avance a pasos agigantados? A partir del gobierno de Álvaro Colom se creó la “Bolsa Solidaria” que en sus inicios tuvo el objetivo de fortalecer la seguridad alimentaria, la salud y la educación de los habitantes en pobreza extrema, de acuerdo a Luis Alberto Lima, ex director interino de planificación en la Secretaría Ejecutiva del a Presidencia durante el período de gobierno de Óscar Berger y al inicio del de Álvaro Colom. Con el desarrollo del programa, estos objetivos fueron cambiando su razón de ser y han sido altamente criticados ya que se estimaba que las “bolsas solidarias” no llegaron a quienes realmente las necesitaban y se limitaron únicamente al área urbana. A pesar del cambio de gobierno, las críticas a estos programas continúan, donde el objetivo principal pareciera ser más una estrategia de campaña y no una solución a una problemática.
Durante la administración de Otto Pérez Molina, se crearon nuevos programas en búsqueda de contrarrestar la problemática de seguridad alimentaria en el país. El proyecto más fuerte ha sido el “Pacto Hambre Cero,” en el cual participan 16 instituciones siendo la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN), la coordinadora de los proyectos de desnutrición. El programa presenta entre sus objetivos combatir el hambre y promover la seguridad alimentaria y nutricional en los 166 municipios priorizados por el gobierno de Guatemala; reducir en 10% la prevalencia de desnutrición crónica en la niñez menor de 3 años; prevenir y reducir la mortalidad en la niñez menor de 5 años relacionada con la desnutrición aguda; y la prevención y atención a la emergencia alimentaria y nutricional del país. De acuerdo a Jaime Carrera, investigador y coordinador del Proyecto en Seguridad Alimentaria y Nutricional del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA), el Pacto Hambre Cero “es un plan que en su diseño atiende la mayoría de componentes que deberían tomarse en cuenta para asegurar la SAN de las poblaciones. Desde el tema productivo hasta la diversificación de ingresos, acceso al agua potable, gobernanza de los municipios, educación en seguridad alimentaria y el de una mejor coordinación interinstitucional ya que estos temas no son de un ministerio ni secretaría, si no que depende de muchas instancias dentro del gobierno. Sin embargo, de acuerdo a lo publicado en diferentes medios de comunicación, existen dificultades en la implementación del mismo, hay atrasos en las entregas, no se cubren los municipios y familias más necesitadas y el porcentaje de ejecución es mínimo, 15% del resultado esperado”.
Si se desea evaluar cuál ha sido el impacto y los posibles logros – o desaciertos- de este programa, es importante conocer cuáles son las causantes de que en el país la desnutrición aguda y crónica esté terminando con la vida de miles de niños y niñas.
Las razones a la problemática son diversas.
Además de las condiciones de vida de las familias, otros obstáculos que no permiten una alimentación apropiada son la falta de oportunidades de trabajo, inequidad de género, poco acceso a educación, falta de programas sobre planificación familiar, escasa disponibilidad de agua potable (causante de enfermedades estomacales), falta de atención médica, bajos controles médicos en mujeres durante el período de gestación, cambios climáticos reflejados en la improductividad de los cultivos, entre otros. Siendo la agricultura una fuente esencial de ingresos económicos para las familias que desde que nacen entregan su vida a vivir del campo, especialmente en el área rural donde la desnutrición se agudiza, el acceso a las tierras de cultivo muchas veces se ve bloqueado debido a la apropiación de estas por parte del sector comercial (empresas productoras). Esta situación provoca no solo la falta de producción agraria y de consumo propio de las familias, sino también el recorte de ingresos económicos a las personas del área.
Otro desafío que encuentran las personas que se dedican a la agricultura para sostener a sus familias, es el hecho que el cambio climático, la infertilidad del suelo y otros problemas ambientales no permiten que las cosechas se desarrollen apropiadamente dando como resultado pérdidas económicas y productivas de acuerdo a Raúl Máas, director del Instituto de Investigación y Proyección de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA).
La desnutrición es un mal que se come el cuerpo como el cáncer acaba con las defensas del mismo.
La desnutrición provoca improductividad, agotamiento e impide el crecimiento físico. Probablemente quienes sufren de hambre lo ven como algo “normal”; es decir, biológicamente su cuerpo ya se adaptó a la falta de nutrientes y el poco acceso que tienen a agua potable y alimentos les parezca suficiente para sobrevivir. Para el 2011, datos de la SESAN revelaban que 49.8% de niños menores de 5 años padecía de desnutrición crónica y diariamente de los 1000 niños neonatos, también la padecían debido a que se instala desde el momento en que el infante nace por la falta de control prenatal y mala/escasa alimentación adecuada.
Sin embargo, para el 2016 el panorama no parece ser prometedor. Datos de Prensa Libre demuestran que la SESAN no ha hecho público el documento que refleja que la desnutrición ha aumentado. El Plan Hambre Cero, no ha logrado cumplir sus objetivos ya que para enero del presente en la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil (Ensmi, 2014-2015), y el IV Censo de Talla Escolar elaborado por la organización Alianza por la Nutrición de Mejoremos Guate, critica que la SESAN ha omitido información en la que se evidencia que en la tercera encuesta para evaluar el porcentaje de aumento o disminución de la desnutrición crónica infantil, los datos ha aumentado en un 2.4% en la prevalencia de la desnutrición crónica infantil, dando como resultado un 60.6%. El dato más alto desde la creación del plan.
Más allá de los programas gubernamentales y algunos otros que existen alrededor del tema, hablar sobre inseguridad alimentaria y nutricional, desnutrición y falta de acceso a los alimentos, son temas que pasan por desapercibido por la mayoría de guatemaltecos. Muchos ignoran esta problemática y los que tienen oportunidad de informarse autodidácticamente, tienen muy poco acceso de información al respecto ya que los informes oficiales no son públicos o han sido retirados del internet por causas desconocidas. Se piensa que es un problema localizado únicamente en un área específica, cuando existen varios departamentos con altos índices de inseguridad alimentaria a nivel nacional, entre ellos Jalapa, Jutiapa, Chiquimula, Totonicapán, Quiché, entre otros.
* Tercer censo nacional de talla del Ministerio de Educación y Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional, 2008.
Sin embargo, no toda la culpa se le puede adjudicar a la población ignorante del tema. En este caso han pecado más los medios de comunicación por la poca cobertura y priorización de la temática en sus agendas mediáticas, así como el que las políticas para erradicar la desnutrición no logran cumplir sus objetivos debido al poco presupuesto con el que se cuenta para estos programas, ya que la mayoría de recursos se están invirtiendo en infraestructura y seguridad del país.
Que Guatemala deje de ser el país con el índice más alto de desnutrición en Latinoamérica –superando a Nicaragüa, Colombia, Perú, Venezuela y Haití habiendo sufrido este último un terremoto devastador– y ocupar uno de los primeros lugares de desnutrición a nivel mundial, es una labor que no se le puede recargar en un 100% al Estado. Tampoco tiene que ser la misión de organizaciones nacionales o extranjeras quienes deban hacer algo por erradicar la desnutrición.
El Estado es el responsable y encargado de velar por el bienestar de sus habitantes y por ello se les da el control económico para generar desarrollo. Sin embargo, además del gobierno y entidades privadas, solucionar la problemática debería de ser un trabajo en conjunto del resto de la sociedad. Los habitantes del país deben ponerse en los zapatos de sus compatriotas que viven en condiciones precarias, no quedarse de brazos cruzados y tomar acción en la lucha contra la desnutrición ya que es un derecho fundamental de todo ser humano el tener una nutrición adecuada o el acceso a la misma.
La solución no es organizarse y llevar comida o dinero a estas personas. No es el dejar de comer para ponerse en la situación de quienes viven en estas condiciones. Primero, es informarnos sobre el tema y tomar conciencia que hay miles de familias muriendo por la falta de un derecho básico para todo ser humano y segundo, exigir al Estado prestar mayor atención a esta clase de problemas que ponen en riesgo a futuras generaciones. Los cambios de este país vendrán de las generaciones presentes y futuras –el cambio viene desde abajo– , y mientras no prestemos atención a las mismas, los problemas y las necesidades de nuestra población seguirán en aumento. Exigir al gobierno pasa por entender que la solución debe ser un trabajo complementario de las diferentes áreas y disciplinas que pueden contribuir a fortalecer la seguridad alimentaria, entre ellas lo educativo, agrario, territorial, ambiental, político y económico. En vez de prestar mayor atención a problemas menores, es necesario generar políticas que dignifiquen la vida de todos los guatemaltecos.
“POR UN PAÍS QUE SE PREOCUPA POR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA DE SUS HABITANTES, ESTAR INFORMADOS ES NUESTRO DEBER.”