Daniela Ochaita/ Opinión/
“La verdad es que… a pesar de todos los desafíos que enfrentan los jóvenes, son ellos los que ofrecen el mayor margen para la innovación, cuentan con mayor audacia y son capaces de mostrar una energía y esfuerzos voluntarios asombrosos. Los jóvenes son cada vez más conscientes de que no necesitan permanecer al margen de la vida pública” Kumi Naidoo
Al entrar al buscador de google y escrutar la palabra “joven”, se despliega una cantidad basta de imágenes de personas jóvenes de diferentes rostros, expresiones, características físicas, intereses y sexo.
Entonces ¿qué nos hace a todos y todas jóvenes? ¿Será solo la edad? ¿Compartimos algo en común? ¿Por qué creo que es diferente ser joven en Sudáfrica, Tailandia o Guatemala?
Este artículo nace de la inquietud planteada en una de esas pláticas cotidianas con una amiga muy cercana. Empezó por cuestionar un poco las campañas hacia la juventud; que venden esta etapa para hacer desmadre o para elegir tu futuro, como tiempo para comer sin problemas o para cuidar la figura y no tener consecuencias al crecer, como fase, como tiempo. Pero no es suficiente, teníamos esa necesidad de preguntarnos en realidad ¿qué es para nosotros ser joven? Y más aún ¿qué significa ser joven en un país como Guatemala? Por ello nos propusimos hacer estas dos preguntas a diferentes personas jóvenes de varias universidades. Una de las respuestas comunes que encontramos fue que ser joven es un “estado transitorio” como un proceso de formación, de preparación para ser “alguien”, en donde se forman los sueños, los retos, las aventuras y claro, una etapa de auto-descubrimiento o como muchos lo miran re-descubrimiento. Varios entrevistados solamente respondieron con palabras directas y sin tanto rodeo, palabras como energético, apasionado, resistente, cambiante. Pero, ¿Querrá esto decir que dichas características nos definen como jóvenes? Tal vez la juventud sí se puede identificar mediante estos vocablos, pero esta etapa es tan compleja que encasillarla en una palabra sería quitarle validez y fuerza.
Conforme los interrogados compartían sus contestaciones fuimos entendiendo que los jóvenes en el país raramente reflexionamos acerca de nuestra pertenencia a la juventud de Guatemala; los gestos de incógnito y sorpresa, las respuestas lejanas a inmediatas, las peticiones de espera para poder “pensar” bien sus argumentos… evidentemente no era la típica pregunta que se repase a diario. Hubo jóvenes que, por su parte respondieron abocándose a su realidad individual, no a la concepción de la palabra “joven”. Dando como respuesta – “vivir la vida al máximo” – “ser feliz sin complicaciones” – “es vivir un momento que no vuelve” o –“es vivir cada segundo como si fuera el último, aprender a disfrutar y crecer como persona”. Tantas posturas, tantas ideas, tantas actitudes y pensamientos respecto a ser joven. Y eso de ser un joven guatemalteco acomplejaba más la reflexión.
En un país con altos índices de violencia, desigualdad étnica y socioeconómica e incongruencia política (por mencionar algunas de las tantas complicaciones sociales) ¿qué tiene que ver ser joven con ser guatemalteca o guatemalteco? Y de ser así entonces, ¿cómo se ve al joven en Guatemala? Inminentemente esta respuesta lleva un sinfín de resoluciones. Hay quienes piensan que los jóvenes son revoltosos, rebeldes, energéticos y “chingones”. Otra postura se basa en el discurso clásico de “la juventud es el futuro del país” y por lo tanto es la generación que establece los cambios, que marcan la diferencia, que no se conforma con el sistema, dudan, se expresan y se unen. Sin embargo en el siglo XXI es común escuchar de personas mayores, personas adultas, que critican que los jóvenes actuales carecemos de pasión, somos apáticos, resentidos e individualistas.
¿Por qué ha cambiado la concepción de la juventud tan drásticamente? ¿Será que los jóvenes ya no nos preocupamos por la realidad de nuestro país?
Somos una generación que ha sido parte de un cambio constante, sin querer hemos estado inmersos en un mundo globalizado e interconectado, con cambios drásticos. Es mentira que los jóvenes no nos adaptamos a lo nuevo, a lo venidero. En un mundo globalizado, interconectado, en el que la tecnología avanza a pasos agigantados, las relaciones interpersonales también se establecen desde una pantalla de computadora (¿y por qué no?) el libre mercado, el calentamiento global y la política internacional son temas de auge. El twitter, facebook e instagram te mantienen conectado, el celular más que un lujo pareciera ya una necesidad.
El mundo nos exige cambios continuos, una vida más rápida, una competitividad constante. Aún así los jóvenes ven más allá, las redes sociales son el principal canal para informarse de la sociedad y también de los proyectos en pro de la misma. Los voluntariados en Guatemala están principalmente manejados y dominados por jóvenes, las redes sociales son un vínculo de expresión y de información, las y los jóvenes con un click pueden saber lo que está pasando en cualquier parte del mundo. No podemos pedir que la generación de jóvenes del siglo XXI se manifieste de la misma forma que otras, no podemos pedir que actuemos igual, que tengamos los mismos gustos, sueños y metas. Lo que si podemos pedir es que la esencia de la juventud prevalezca.
Nuestra juventud es lo que no pudimos hacer de niños y lo que no podremos hacer de adultos, es la etapa que nos permite buscar, tropezar, levantarnos de nuevo…la que nos permite liberarnos.
En nuestro ser joven hay una libertad implícita, que está allí por el simple hecho de ser jóvenes, y que va de la mano con responsabilidades y acciones que serán recibidas por generaciones detrás de la nuestra. Ser joven en Guate es ser partícipe de una realidad colectiva, no individual. Proponemos redefinir el concepto de juventud, el joven no es el rebelde sin causa, el que busca identidad y se transforma camaleónicamente para conseguirla. El joven es esa persona dinámica, llena de energía, apasionada, curiosa, expresiva, retadora y los infinitos adjetivos que se le puedan adjudicar. Y el ser joven en Guatemala es tener la capacidad de pensar, de actuar y de sentir de forma libre, de forma joven pero no por ello ajena.
Imagen: Julio Roberto Letrán Cardona