Mónica Ramírez/
Me han bombardeado las diferentes publicaciones de opiniones en Facebook acerca de la marcha que se llevó a cabo el sábado 24 en apoyo a la comunidad LGTB. La mayoría de comentarios que leí, hablan desde una perspectiva de odio, cero tolerancia, exclusión y discriminación. El problema no es expresarnos y hacer nuestra opinión pública, el problema no es pensar diferente, no es estar en contra del movimiento ni a favor, ¡eso está bien! El problema es publicar cosas que degraden y excluyan a los demás. Si no vas a decir nada bueno, no digas nada.
Si lo que queremos promover es una Guatemala incluyente y tolerante, comencemos por respetar las diferentes opiniones de todos. Todos debemos ser tratados de igual manera, sin importar a quiénes amamos o quienes somos. Muchos de los comentarios cuestionaban el objetivo de la marcha, que solo quieren llamar la atención, que son un parásito para la sociedad o que son unos enfermos.
¿Saben qué sí es un parásito y un cáncer para la sociedad? La intolerancia.
¿A cuántos, de los que no forman parte de la comunidad LGTB y se consideran heterosexuales, los han amenazado debido a su orientación sexual? ¡Muchá, salgan ya de su burbuja! Piensen por sí mismos, salgan a la calle y vean la realidad en la que viven. En un país tan machista como este, en donde se cosifica a la mujer y se le toma como un objeto sexual; y en donde entre más mujeres tengas sos más “hombre” y si sos más sensible sos “menos hombre”, si no hay inclusión ni equidad de género para los heterosexuales, ¿seguimos pensando que no se les excluye a los miembros de la comunidad LGTB?
¿Si no es ahora, cuándo?, ¿hasta cuándo vamos a seguir tomando la palabra “hueco”, “marica” como un insulto? ¿Hasta cuándo van a seguir diciendo “no soy homofóbico, pero…”?, ¿Hasta cuando la homosexualidad seguirá siendo considerada como una enfermedad mental?, ¿Hasta cuándo se seguirá pensando que “todos los homosexuales tienen SIDA o practican la sexualidad de forma riesgosa”?, Hasta cuándo seguirán habiendo padres que digan “prefiero un hijo muerto a un maricón”? ¿Hasta cuándo…? Todos estos estereotipos y frases son denigrantes, ofensivos y cero tolerantes.
Es indignante que se justifique la violencia hacia las personas por su orientación sexual, que muchas de ellas tengan que salir huyendo de su país debido a las amenazas, que se les niegue el derecho a casarse, que no se les permita estar en ciertos espacios públicos, que no se les permita asistir a ciertas iglesias o incluso que se les niegue atención hospitalaria.
No existen primeras, segundas, y terceras personas, todos tenemos los mismos derechos humanos, y nuestra dignidad.
Uno de los muchos comentarios que leí decía así: “Esta bueno que sean huecos hombre, pero, que lo hagan en calladito.” Nadie debería esconderse ni sentir vergüenza por amar, nadie. Ellos no son un chiste, su género y su sexualidad no definen su capacidad. Lo triste de la gente intolerante es que no se dan cuenta de que lo son, o se convencen a sí mismos de que su intolerancia es perfectamente justificable. Y es que aquí no estoy diciendo que esté mal estar en contra o a favor, estoy diciendo que está mal no respetar y no tolerar. Todos debemos tener los mismos derechos y obligaciones, debemos exigir un trato justo y equitativo sin importar nuestra orientación sexual. Porque yo sí creo en una Guatemala incluyente, y en orden para tenerla, debemos comenzar por nosotros mismos dentro de nuestro entorno.