Flor

Juan Pablo Romero Fuentes/ Opinión/

Me pregunto, ¿cómo es posible que el sector juvenil en nuestro país se muestre tan cómodo e indiferente ante tanta injusticia, opresión y desorganización política? y entonces vienen un montón de intervenciones como: Viejo, momento! nosotros desde… también hemos… y nos gustaría… pero… es tiempo de cambiar… no te quedés… expresiones de parte de muchos movimientos juveniles que dirigen masas pero que desafortunadamente carecen de una estructura histórica, pedagógica, social y política clara para desarrollar las actividades en beneficio colectivo a largo plazo.

Mi punto es, si existen sectores que se muestran incómodos ante tanta destrucción social en nuestro país, es tanta su necesidad de mostrarse o llamar la atención, que en lugar de inspirar a organizarnos responsablemente, se quedan no más en puras poses y discursos suavecitos, con acentos tibios y acciones que solo incitan a seguir cómodos y disconformes; sí que mala onda pero bueno, así son las cosas aquí, mejor sigamos con nuestras campañas… di no a las… pilas con las… y la vida en Guatemala parece que sigue sin valor, la irresponsabilidad de muchos movimientos juveniles que únicamente han aprendido a responder a sus propios intereses o a otros que nos son contextualmente necesarios sino más occidentalizados, le cuesta caro a la sociedad guatemalteca. ¿Y por qué nos cuesta caro? : opino, que si con los miles de patojos y patojas que andan como si fueran avispas con playeras de no sé qué, con publicaciones en sus redes de no sé qué otras cosas, con sus a la pues que feo no,… si todos los movimientos sociales juveniles en este país, antes de posicionarse públicamente, se concentraran en el proceso de autoformación, experimentación y fortalecimiento integral en sus bases, la acción social juvenil en este país pondría de rodillas a los viejos grupos de poder que descomponen a nuestra patria, que la humillan, la venden y la explotan.

Urgen redes juveniles con bases integralmente formas, que visibilicen liderazgos que inspiren y que fomenten el conocimiento, que empoderen las voces fuertes y valientes y que activen los procesos diarios para reducir tanta estupidez social en Guatemala. Articular de forma responsable y consecuente, unirnos con nuestras fuerzas basadas en la diversidad, para encontrar nuestros puntos vinculantes, siempre existirá un punto donde todos y todas estaremos a favor, a pesar de tantas diferencias ideológicas y prácticas de todo tipo, siempre hay algo que nos debe unir, la vida y la dignidad en este caso, me atrevo a decir, que es nuestro punto de encuentro y partida.

Si los movimientos juveniles capitalinos en lugar de convertir las acciones juveniles serias en masa, se involucraran más en las acciones juveniles descentralizadas, que día a día sin tantos recursos ni apoyos, ni patrocinadores logran construir a largo plazo proyectos comunitarios responsables, en vías de la autosostenibilidad, sin miedo a ser humanos… imaginen si nos cambiamos de lugar por un momento, y los del centro se vinieran a las afueras… si las campañas juveniles masivas fueran generadas desde los pueblos indígenas y los municipios urbanos-rurales donde la teoría y la práctica van de la mano… imaginen cuántas maneras de ver y ser joven en Guatemala serían visibilizadas… imaginen.

No hay tiempo más para imaginar, nos toca a los de afuera visibilizar tantos esfuerzos dignos y que son efectivos ante la inmediata destrucción social, somos cientos de jóvenes, mujeres y hombres, que día a día logramos generar espacios seguros para que otros no se vayan, para que otros también puedan sentir que sus sueños y sus ideas son reales, estamos respondiendo y asumiendo con honor, responsabilidad y creativamente lo que el sistema actual ha sido incapaz de resolver. Hay que organizarnos, hay que organizarnos.

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