Carlos Muñóz / Brújula
Gabriela se graduó hace 6 meses de mercadóloga y aún no encuentra trabajo acorde a su campo de estudio. Su trabajo actual es en otro campo y su salario corresponde al salario de un estudiante, no de alguien con una licenciatura. Gaby se encuentra sub-empleada y si decide renunciar, su destino será el desempleo indefinido. Por eso, se conforma con realizar trabajos extra como freelancer para tener un ingreso extra. Su situación, es representativa del mercado laboral actual.
Hay trabajo, pero no necesariamente un trabajo que provea condiciones para una vida digna y plena.
El mercado laboral ha tenido pocos cambios en los últimos 15 años. Aunque el desempleo se ha reducido, las condiciones laborales de los jóvenes son cada vez más precarias.
¿Cómo ha cambiado el mercado laboral en los últimos 15 años?
Hasta cierto punto, ha mejorado en los últimos 15 años.
Sin embargo, pese a estos cambios, el tipo de trabajo sigue siendo casi el mismo. La agricultura se mantiene como la principal ocupación, mientras que el comercio ha aumentado y la industria ha disminuido, pero tampoco representa un cambio significativo.
Los salarios han aumentado, pero el costo de vida también. El salario real, es decir, la cantidad de dinero que se obtiene tomando en cuenta la inflación, se ha mantenido casi igual para el trabajo calificado, pero se ha reducido en el caso de los trabajos calificados. Esto, debido a que por ley, el salario mínimo aumenta constantemente, pero eso no implica que el resto de salarios superiores al salario mínimo también aumente.
El empleo para los jóvenes
Según Luis Linares, investigador de ASIES, el empleo en los jóvenes es más precario que para el conjunto de la población. Esto debido a que estos se encuentran con los peores indicadores de cobertura de seguridad social (solo el 19.4% de los jóvenes tiene IGSS) y mayor cantidad de horas de trabajo.
Además, no se visualiza que la educación se premie con mejores empleos. Tanto Heydy López, economista del IDIES de la URL, como Luis Linares coinciden que la educación es necesaria pero no suficiente. Tener una buena educación no asegura un buen empleo.
Además Heydy López, considera que los jóvenes guatemaltecos se dividen en 3 estratos en el mercado laboral, según su nivel socioeconómico, y cómo son formados en base a ello.




Ser mujer joven y buscar empleo
Las mujeres lo tienen más difícil. Aunque el 76.2% de los hombres están ocupados dentro del mercado laboral, solo el 30.4% de mujeres lo están también. Además. según la misma Encuesta sobre Empleos e Ingresos enfocada en la Juventud, el salario promedio es inferior y el porcentaje de subempleo es superior.
La tendencia e interés de los jóvenes, en general, se inclina al área de administración hotelera y de restaurantes. Sin embargo, Heydy López considera que ha existido un desplazamiento en este sector que tradicionalmente había sido de mujeres, y que, al haber interés de los hombres jóvenes las mujeres son relegadas. López, explica que en muchos sectores laborales, las mujeres se encuentran con un “techo de cristal” que les impide seguir ascendiendo.
Pese a todo, Claudia Galán, directora de la Unidad Económica del CACIF, apunta que la tendencia de las mujeres a emprender es casi el doble que el de los hombres, siendo el emprendimiento una forma de poder cuidar a los hijos y poder trabajar al mismo tiempo.
No, las empresas no se van a adaptar a los millenials
Para Claudia Galán, el mayor problema en el mercado laboral, especialmente para los jóvenes, es el subempleo. Es decir, que al momento de conseguir empleo, el trabajador no recibe un salario acorde a su nivel profesional o no trabaja las horas que el quisiera hacerlo.
Aunque la tasa de desempleo es baja (3.2%), es significativamente más alta para los jóvenes metropolitanos. El 9.8% de los jóvenes de la ciudad no encuentran trabajo; y sí encuentran, no necesariamente será el mejor pagado.Al graduarse, los jóvenes, independientemente de nivel diversificado o de la universidad, suelen pensar que los millenials somos la nueva generación que va a innovar el mercado guatemalteco. Se sueña con salarios que están lejos de la realidad.
Según la Encuesta de Empleo e Ingresos de 2017, el ingreso laboral promedio de los guatemaltecos es tan solo de Q2053 mensuales en promedio. Eso representa menos que el salario mínimo. Luis Linares considera que el primer salario de un recién egresado es de Q5 000. Aunque los recién egresados de la universidad sueñan con salarios que rondan entre los 10 mil y 20 mil quetzales, solo el 0.5% de los asalariados obtiene más de Q12 000.
Es por ello, que muchos jóvenes no aspiran a ser asalariados. En algunas universidades privadas se fomenta mucho el emprendimiento. Es decir, dedicarse a crear nuevos productos y trabajar por cuenta propia. Sin embargo, los universitarios no necesariamente tienen las condiciones para poder emprender.
Lo que no se dice del emprendimiento.
Poner una empresa propia y ser el propio jefe, es una de las principales aspiraciones de muchos jóvenes. De hecho, Guatemala ocupa el noveno puesto de 65 países con el mayor número de emprendedores según el Monitor Global de Emprendimiento. Sin embargo, casi el 46% de los emprendedores guatemaltecos lo hacen por necesidad económica. Esto representa un problema, a criterio de Claudia Galán, debido a que la motivación para emprender debería de ser la oportunidad de poder satisfacer una necesidad que el mercado actual no cumple. Si el producto que se busca comercializar no es algo innovador en el mercado, lo más probable es que no sea rentable.
Esto explicaría el hecho que, según Luis Linares, la tasa de mortalidad de los pequeños negocios es elevadísima. Un 80% de las pequeñas empresas no superan los 3 años de existencia. Además, la inversión necesaria es muy alta. A criterio de Linares, para tener un emprendimiento sólido, es necesaria una inversión de al menos medio millón de quetzales, una cantidad lejos de las posibilidades de un recién egresado. No todos pueden ser empresarios.
Al terminar la universidad, la realidad demuestra que no será tan fácil conseguir un trabajo acorde a los estudios o expectativas del egresado. Lo más probable es que los salarios más altos no incluyan prestaciones y respeto a los derechos laborales; esto, a la mayoría de empresas no le importa, pero esto implica no contar con seguro social ni respaldo legal ante cualquier inconformidad. El mercado laboral es cada vez más flexible, pero aún existen muchas empresas que prefieren los trabajos de oficina. La clave según Heydy López, está en prepararse para ambos casos, poder trabajar desde casa, por productos, sin horario, pero también también estar dispuesto a trabajar en una institución con todo lo bueno y malo que eso implica. Hay que ser flexibles en un mercado laboral que también lo es pero sin olvidar que somos sujetos de derechos. No olvidar que tenemos derecho a un trabajo digno que nos permita una vida plena en todas sus dimensiones.