Analu González Mota/

Se dice que la sociedad cada vez está más corrompida;  que el estruendo de las balas es normal para los oídos , ver sangre inocente derramada se hizo habitual para la vista; nuestros ojos no pueden hacerse los ciegos ante un hecho tan notable. La realidad es que las personas generalmente sólo juzgan las acciones, es normal la frase: “no somos quiénes para juzgar, frente a Dios nunca nos servirá un disfraz… “, con preocuparnos y no ocuparnos no se resolverán las cosas, con esta última frase pareciera sencilla la solución a la “variedad” de problemas que azotan a nuestra sociedad, pero nadie se ha dado cuenta de que la solución sí existe, la solución es una palabra corta, tal vez sencilla pero que provoca grandes cambios, esta es el AMOR. El amor puede llegar a cambiar lo más duro e incomprensible.

Cuando las cosas parecen estar al borde del precipicio, el amor todo lo puede. Yo hablo de ese amor que lucha por el bien común : el amor al prójimo.

Que poca fe la que mostramos a veces al pensar que ya todo está perdido, hoy retiro lo dicho porque he conocido a una mujer que es como un ángel enviado del cielo, La Madre Gesuina. Ella es una religiosa de la Misión Somascas (bajo la dirección de las Hijas de San Jerónimo Emiliani) que llegó a Guatemala con diferentes ideales, uno de ellos, el cuidado y protección de los niños desamparados.

La Madre Gesuina, junto a su mejor amiga, pasó por un sinfín de situaciones nada agradables. Sin embargo, ella no se dio por vencida por ningún motivo.

El día que tuve el verdadero honor de visitar la Casa Hogar en Guatemala, ella estaba desesperada porque ocurría algo con sus documentos para poder salir del país y así poder visitar en El Salvador a su mejor amiga “Hermana Sandra”, su aliada en las aventuras desde aquel país. Desde su llegada a Guatemala, lucharon para poder cumplir con su misión de servir al prójimo y vaya que fue una lucha genuina …. me dijo: “Tuve que dormir en la calle y comer los restos de la fruta de los vendedores, pero mire esto” con tal amor señalaba la alegría de los pequeños que habitan en ese hogar, la alegría de ellos es su alegría. ¡Qué amor tan grande!

De repente, antes de ver esta verdadera historia de amor hacía el prójimo piensas que el “mundo no conspira a tu favor”, los pequeños a los que ella se refiere, pasaron algo parecido , pero desde el cielo vino un ángel, un verdadero ángel para cambiarles el rumbo, para protegerlos y sobre todo darles AMOR.

No todo es color de rosa en la Casa Hogar, en ocasiones se pasan ciertas dificultades, pero no cabe duda que el amor de Dios está presente, pues los niños nunca están desamparados. Ver los rostros de los pequeños llenos de alegría, definitivamente no se compara con cualquier riqueza material.

Con ver a un visitante lo perciben como al mejor del planeta , te sientes tan querido , porque el amor de los niños es el amor más sincero que se pueden encontrar sobre la Tierra.

¿A caso los pequeños sabían lo que les iba a suceder?
¿A caso los pequeños sabían cómo iba a cambiar su vida?
¿A caso los pequeños negaron lo que les había tocado “por destino”?

El amor de Dios  y el amor hacia el prójimo fueron el motor para que la Madre Gesuina cambiara el destino de los pequeños, ella es un instrumento de Dios.

Así que recuerda: “No todo está tan mal, no todo está perdido, no todo se viene abajo, no todo se va a acabar” .

¿Qué les puedo decir? esa visita te cambia la vida.

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