Muchas veces sucede que los jóvenes, vivimos en una burbuja que no nos permite ver más allá de nuestra zona de ‘confort’, impidiendo que seamos capaces de darnos cuenta de la realidad que nos rodea, como sociedad y como país. Sin embargo, es de gran importancia, percatarnos de la labor que podemos aportar; para mejorar las condiciones de vida de los grupos sociales más vulnerables del país.

En mi caso, el acto de servicio siempre me ha llamado la atención, por el simple hecho de poder contribuir hacia una causa noble, en beneficio de un cambio y progreso.

La asistencia a niños y al adulto mayor, siempre ha sido mi enfoque para dirigir una acción de servicio, sin embargo, al comenzar el proyecto de voluntariado dentro de la universidad, mi elección fue directa hacia la asistencia al adulto mayor. Elegí este proyecto por el deseo de ayudar, de llevar un momento de amor y atención a un grupo de la sociedad que con el tiempo, ha sido abandonado y dejado de lado por el hecho de envejecer.

Me gusta tanto poder ser parte de mi grupo de voluntariado, porque desde mis inicios, siempre se ha mantenido un mismo enfoque y objetivo. Además de ser una de las experiencias más gratificantes que puedo destacar en mi vida, he podido darme cuenta de muchas cosas que desconocía.

 He llegado a un punto de concientización, destacando las prioridades y las cosas que realmente importan.

A través de esta experiencia, pude obtener resultados que me hacen sentir llena de satisfacción y alegría. Me he dado cuenta que en pequeñas acciones e iniciativas, puedes generar cambios maravillosos y aportarle cosas bonitas a las personas con las que trabaja nuestro voluntariado. A la vez, ayuda a crecer como persona; tanto en lo profesional, como en la vida en general.

Cada una de las personas con las que compartimos, nos llenan de amor; convirtiéndonos en una gran familia, mis compañeros y nuestros adorados abuelitos. Cada sábado nos llenan de experiencias, amor, conocimiento, deseos de vivir y lo más importante; nos dejan la sensación de satisfacción, que cada acción vale la pena.

¿Qué sería un sábado por la tarde, sin poder ver a esas personas maravillosas, que te llenan con tan solo verlos, abrazarlos y compartir un pequeño momento de nuestro día?

Como jóvenes, es momento que abramos nuestros ojos y que comencemos un cambio. Unidos como sociedad, somos capaces de vencer los peores males y compartir una parte de nuestra vida, al servicio de los demás. Me queda claro que los resultados, son la satisfacción misma de aportar y compartir las cosas buenas de la vida.

Compartir un pequeño momento de tu vida, realmente, hace la DIFERENCIA.

¡Por siempre amar y servir a aquellos que más lo necesitan!

 

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