Eliu Nuila / Opinión /

Estamos en un año políticamente interesante para la ciudadanía guatemalteca, como escribía en mi anterior columna; pendientes de los acontecimientos de nuestro país.

Este año, nos depara la elección de los Magistrados Titulares y Suplentes de la Corte de Constitucionalidad, máxima entidad en Guatemala en torno a decisiones de justicia. Por ejemplo, la suspensión de la sentencia de Ríos Montt por genocidio, que para muchos fue errónea. Por eso es necesaria la participación de la ciudadanía como observadores de quienes se postulen a ocupar estos cargos; conocer quiénes son y de dónde vienen.

En la Corte de Constitucionalidad, se necesitan personas idóneas, capaces, rectas, honradas, entre muchas cualidades y habilidades más. Es bueno reconocer los esfuerzos que algunas organizaciones están realizando para que este proceso de selección sea transparente, entre ellas puedo mencionar a Red Nacional por la Integridad, Pro Justicia, CEUG, Justicia Ya, entre otras más.

Pero por qué fijarse en la Corte de Constitucionalidad; aparte de ser la máxima entidad en toma de decisiones sobre resolución de casos de alto impacto en nuestro país, también toma decisiones que pueden afectar a la población o en su defecto beneficiar a la población. Es precisamente lo que se quiere, una Corte de Constitucionalidad que ayude también al desarrollo colectivo y no individual ni grupal.

La Corte de Constitucionalidad ha favorecido a varios políticos, en su momento al entonces presidente Otto Pérez Molina para quitarle la inmunidad, al ex presidente Ríos Montt por el caso Genocidio como ya hacía mención, así también como la suspensión del acuerdo de sueldos diferenciados y la suspensión de algunos artículos de la Ley del Presupuesto, cuando resolvió que la USAC debía recibir el 5% como esta en ley.

¿Qué pasaría si todos los magistrados de la Corte de Constitucionalidad tuvieran acuerdos previos con sectores empresariales, con el crimen organizado, con políticos o acuerdos con el CACIF?

Estaríamos peor de lo que estamos. Pero ¿qué pasaría si la Corte de Constitucionalidad estuviese llena de Magistrados honestos y sin compromisos previos adquiridos? Tendríamos total confianza en las acciones de la misma. Guatemala puede cambiar, Guatemala está cambiando y Guatemala seguirá cambiando; pero necesitamos cambiar para bien y no para mal.

Debo insistir en que el involucramiento de la ciudadanía y especialmente el de los jóvenes es necesario en la fiscalización de este proceso.

Queremos una Corte de Constitucionalidad Digna #CCDigna

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