Giovanna Saenz/ Opinión/
Generalmente, nos movilizamos de nuestra casa a la universidad, a discotecas, centros comerciales, restaurantes y algún lugar turístico, pero no salimos de ahí y desconocemos la magnitud de pobreza que hay en el interior del país. Hay familias que deben sobrevivir solamente con dos dólares al día incluyendo alimentación, vestuario, servicios básicos como agua o electricidad, educación y recreación. “Vivir” en esas pésimas condiciones, no es digno para cualquier persona y nadie tiene derecho a sufrir de ese modo. En mi opinión, realizar servicio social es la forma más efectiva de conocer la realidad de nuestro país e incidir. Lamentablemente, en Guatemala no se vive, se sobrevive.
Muchas veces vivimos dentro de una “burbuja” y solo nos relacionamos con los que están a nuestro alrededor.
Vivimos en un país en donde hay mucha pobreza y necesidades básicas que no son satisfechas. Esto es preocupante y debemos hacer un cambio radical. Uniendo a los ciudadanos que tienen más privilegios y oportunidades para que ayuden a la gran cantidad de personas necesitadas se logrará reducir la pobreza, por ello es importante comprometerse a realizar servicio social. Al vivir experiencias diferentes se conoce la realidad de Guatemala, se comparten culturas y al mismo tiempo queda la satisfacción de haber aportado con un granito de arena para lograr dicho cambio.
En Guatemala el ritmo de crecimiento del Índice de Desarrollo Humano (IDH) es mayor que el del resto de países y regiones. La tasa de crecimiento promedio anual en la última década fue de 0.95%, mientras que en promedio del resto de países del mundo fue de 0.65%, de acuerdo con la Dra. Carmen Leticia Mazariegos (2013). El IDH tiene tres variables representativas: salud, educación y nivel de vida; son estos tres elementos en los que se debe trabajar para lograr que aumente.
Al realizar obras de servicio a la comunidad, se viven experiencias distintas de las cuales hay mucho que aprender. Compartir lo que somos y tenemos con los menos favorecidos no es solo dar, sino también recibir lo que otras personas tienen para compartirnos. Así pues termina siendo una relación de ganar-ganar.
El mayor aprendizaje es el de valorar y aprovechar lo que tenemos, nuestros privilegios y accesibilidad a muchas oportunidades.
No debemos permitir que nuestro país siga hundido en tanta miseria y una calidad de vida tan baja, al contrario, creo que tenemos que ser esos agentes de cambio que urgen, especialmente los jóvenes, pues somos el futuro. Por medio del servicio social realizamos nuestro aporte, aprendemos a ser mejores personas y al mismo tiempo tenemos la satisfacción de ayudar a alguien que lo necesita.
Ayudar no debe ser una opción, sino una elección.