Pablo De la Vega / Colaboración /
¿Qué significa la vida, sino darla al servicio de los otros, amando inconmensurablemente?
Tal vez esta filosofía de la existencia sea poco vista en nuestra sociedad contemporánea, donde pulula el egoísmo y lo insustancial. Pero no es sorpresivo que en los momentos más bélicos de la historia humana siempre surjan almas capaces de luchar por los demás y dar la vida por el prójimo. Este es el caso de los Mártires de la UCA.
Este año se cumple el veinticinco aniversario de la cruenta muerte de Celina Ramos, Elba Ramos, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes, Ignacio Ellacuría y Joaquín López y López. Ellos fueron asesinados en el momento más tenso de la Guerra Civil de El Salvador. La noche del 16 de noviembre de 1989, un grupo de soldados de la Fuerza Armada irrumpieron en las instalaciones de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, de San Salvador y llevaron a cabo el ominoso acto.
Pero, ¿quiénes fueron los Mártires de la UCA y por qué significa tanto para el pueblo Salvadoreño mantener viva su memoria y conmemorarlos? Los seis hombres eran sacerdotes jesuitas, personas entregadas a la vida de Cristo y trabajando por la construcción del Reino de Dios. Las dos mujeres, madre e hija, eran familiares de Obdulio Ramos, jardinero de la Universidad. Elba, la madre, trabajaba como empleada del Teologado Jesuita, cerca de la Universidad y Celina estaba estudiando el bachillerato.
Todas estas personas son ejemplo de la vida apegada a Cristo, de virtudes y de lucha constante y de lo que es vivir con fe hasta el último momento.
Ellos lucharon por las causas de El Salvador. Pero una lucha sin pistolas y bombas, sino con la palabra, el ejemplo y la fe. Esto los llevó a su martirio. Luchar por Cristo significa seguir su camino de cruz y dar la vida por los demás, como lo hicieron las Mártires de la UCA.