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Axel Ovalle / Opinión /

[quote]No recuerdo cuándo fue que perdí los estribos de mi vida, cuándo fue exactamente que dejé que me dominara y  acepté ser parte de su amorío perverso.[/quote]

Al principio, como en cualquier relación, todo marchaba de maravilla. Era muy atento, se preocupaba por mí. Le complacía saber de mí, buscaba cómo impedir que ocurriera algún evento que me pusiera en peligro, sabía cuánto le gustaba valorar mi vida. Cuidaba la forma en que me vestía, e inclusive cómo me veía. Siempre me pedía que actuara con prudencia. Le gustaba enumerar mis errores y me pedía que los tuviese en cuenta para nunca más volver a cometerlos y quedar mal, de nuevo, ante todos. Le gustaba recordarme que era humano y como tal me tenía que comportar. Su control me tenía sin cuidado; sabía que solo así tendría compañía, alguien que evitara meterme en apuros y alguien que me daría una mejor vida. Pero, como en cualquier relación, de pronto todo cambió.

Comenzó a examinar mi horario: me decía que no saliera tarde de casa porque afuera podía ser peligroso;  que tuviera en consideración a los demás, que no les quitara su tiempo y les causara molestias; que valorara mi trabajo y que me dedicara solo a él. Para evitar discusiones, le hice caso.

Nuestras charlas solían ser para recordarme que tenía que actuar acorde a los demás. Por ejemplo; si hablaba de más podía ser notado, o que cualquier error que cometiera, nadie lo olvidaría jamás.

Dejé de hacer lo que me gusta, ya no hablaba con nadie más que no fuera con él. Y ahora, al darme cuenta que he perdido a mi aliado y he conseguido que, al contrario, se adueñe de mi vida, me pregunto: ¿Por qué lo he permitido?

Estoy molesto, siento que mi mente ha sido utilizada solo en su favor, vulnerable al sentimiento de desconfianza que, aunque sepa que soy capaz, no me deja realizar lo que me proponga ¿Por qué?

Quiero extraerlo de mi cabeza, encerrarlo en una pequeña caja y lanzarlo fuera de mí. ¡Ay, cómo me gustaría ser diferente!

He pensado qué sería de mi vida si, por una vez, me arriesgara a dejar este sentimiento de miedo y  luchar por mis sueños. Por abandonar el miedo al fracaso, al no tener dinero, al no saber qué hacer con mi vida, a todas esas inseguridades que el miedo me propicia, por tomar el primer bus que encuentre y encaminarme hacia la felicidad, a la felicidad que el miedo me ha quitado.

[quote]Pero tengo a miedo. A miedo no lo pudo dejar solo, ¿qué hará él sin mí?[/quote]

¿Se olvidará de mí, me dejará caer en el olvido donde mi vida corra algún peligro? No lo sé y no me importa. Sé que tengo miedo a no encontrar un trabajo que me guste, a vivir una aventura, a que los buses hacia la felicidad ya estén llenos; miedo al qué dirán los demás, y ya no quieran tomarme en cuenta. Pero con miedo ya no puedo seguir. ¡Ya me cansé de su dominio! ¡Ya me cansé de creer en él! Me prometió todo lo que nunca cumplió.

La mejor manera de superar algo es enfrentarse a ello. La clave es actuar, tenemos que identificar la raíz de nuestro miedo y estar determinados a luchar contra él, teniéndonos paciencia y buscando ayuda de ser necesario.

Uno siempre debe preguntarse, ¿vale la pena vivir con miedo, cuál es el beneficio que obtengo de esto? ¿Hay algo que pueda hacer para cambiarlo? ¿Por qué prefiero vivir desde la impotencia y no desde la plenitud?

Este año quiero enfocarme en mis sueños, en tener claras mis metas, en dejar de pensar y arriesgarme. Quiero vivir, y para hacerlo debo alejarme del miedo e impedirle que me siga dominando.

¿Qué es lo peor que puede pasar?

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