Adriano Ramazzini Borjes
María José Martínez Cabrera
Estudiantes de Arquitectura
¿Qué es el Centro Histórico? ¿Qué valor tiene el Centro Histórico para nuestra generación y las venideras? ¿Por qué deberíamos de conservarlo, restaurarlo y rescatarlo? Todas estas preguntas y muchas más son muy normales al momento de hablar del Centro Histórico con la mayoría de jóvenes de nuestra edad, pues desconocen e ignoran qué es, qué comprende, y qué representa el Centro Histórico para nosotros como guatemaltecos.
El Centro Histórico es el lugar donde se asentó, nació y se formó la cuarta ciudad capital de Guatemala, debido a que luego del terremoto de Santa Marta en 1773, la antigua capital del Reino de Guatemala quedó arruinada y la mayoría de la población, junto con las autoridades y con el permiso de la corona española, decidieron que era necesario el traslado de la capital a un nuevo sitio; escogiendo para esto el Valle de la Ermita. La nueva ciudad en ese entonces estaba conformada por lo que hoy conocemos como el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala, y éste fue el principal eje de desarrollo de la ciudad durante muchos años, siendo el corazón de la vida social, judicial, política, comercial y religiosa de los guatemaltecos. Por este motivo la ciudad llegó a alcanzar un alto grado de sofisticación, desarrollo e incluso elegancia.
Lastimosamente, al igual que con la Ciudad de Santiago de los Caballeros o mejor conocida como La Antigua Guatemala, los desastres naturales la destruyeron varias veces en el pasado, siendo el último de estos desastres el terremoto del año 1976. La ciudad se ha destruido y vuelto a levantar varias veces, demostrando con esto el carácter aguerrido de los guatemaltecos, dispuestos a hacerle frente a cualquier situación y no dejarse frenar por las tragedias. Como consecuencia de esta destrucción y reconstrucción de la ciudad, ha quedado una herencia cultural y arquitectónica muy interesante.
A través del Centro Histórico vemos fragmentos del legado histórico y de los diferentes estilos arquitectónicos que llegaron a Guatemala provenientes de países europeos, y por supuesto siempre con un toque tan distintivo que la gente guatemalteca le pone a todo lo que hace suyo; ese toque que le da un carácter único y especial, y que es inigualable en todo el mundo. Podemos observar cómo los estilos arquitectónicos se convertían mas en una “versión” que en una ejecución fidedigna del estilo, por ejemplo podemos apreciar la versión guatemalteca del estilo Neoclásico, del estilo Art Deco, del estilo Art Nouveau, de la arquitectura del Funcionalismo, del estilo Internacional; utilizados como cánones de arquitectura, pero siempre reinterpretado para adaptarlo a nuestra realidad sísmica, económica, social y cultural, impregnándole así ese toque distintivo y único. De la misma manera en que adoptamos estilos arquitectónicos extranjeros podríamos decir que también creamos algunos estilos arquitectónicos únicos y totalmente nuestros, como el estilo durante la dictadura de Ubico, un estilo ecléctico, que a veces podría rayar en un Neo-colonial, el cual es visiblemente notorio en algunos edificios, como en el de Edificio de Correos, con el famoso Arco, que obviamente esta inspirado en el Arco de Santa Catalina en Antigua Guatemala, claramente reinterpretado y adaptado para la nueva mentalidad de la época.
El Centro Histórico actualmente tiene varios problemas, pues a pesar de la importancia que tuvo dentro de la formación y temprana existencia de la ciudad capital, el ”Centro” gradualmente fue perdiendo esta importancia y encanto, y ha sido abandonado. Con el tiempo, el crecimiento de la población, el tráfico en aumento, situaciones políticas y otros cambios en la sociedad, el Centro ya no podía ofrecer la solución a las necesidades de la población.
Siempre nos ha gustado escuchar y recordar las historias de nuestros padres y abuelos, cuando contaban que el lugar de moda para socializar y poder conocer gente, era la famosa “6ta Avenida”; que las mejores compras se hacían en los elegantes almacenes del Centro, al igual que las visitas al cine, las cuales muchas veces se hacían con vestimenta formal…entre muchos recuerdos más. Esto a nuestra generación nos puede parecer un poco extraño y hasta difícil de creer, pues somos jóvenes que hemos vivido y crecido dentro de centros comerciales, “Malls”; esos complejos en los que nosotros hacemos y desarrollamos nuestra vida social, conocemos gente, hacemos compras y nos divertimos. De esta manera, y a consecuencia del estilo de vida que llevamos la mayoría de jóvenes, el Centro Histórico es algo para muchos totalmente ajeno al diario vivir, incluso llegando a evitarlo y mostrando un desinterés total por el mismo.
Esta actitud hacia el Centro Histórico es comprensible, aunque no correcta; la situación en nuestra sociedad y la realidad que vivimos nos han llevado a formar una percepción muy mala acerca de lo que es el “Centro”. Al escuchar “El Centro”, la mayoría piensa en una zona muy peligrosa, con muchísima gente y carros, un lugar ruidoso y muy contaminado, sucio y descuidado, con construcciones a medias, casas y edificios fracturados, calles quebradas y un caos vehicular. Esta percepción es lamentable, y lastimosamente no se aleja mucho de la realidad. Por esta razón el Centro Histórico ya no forma una parte medular de la vida social de los ciudadanos, y poco a poco se ha ido quedando olvidado.
Actualmente existen varios intentos por recuperar y restaurar el Centro Histórico y volver a ponerlo dentro de la vida y las actividades de la sociedad. El ejemplo más notado por la población es la nueva “6ta Avenida”, el intento más claro de la municipalidad para devolverle la vida al Centro Histórico, y así poder devolverle a la ciudadanía una parte importantísima del legado histórico y cultural que posee este lugar.
Desde el punto de vista de un estudiante de arquitectura, el Centro Histórico nos ofrece una oportunidad para poder observar el pasado, darnos cuenta y conocer qué tan importante es la arquitectura para una sociedad. Es también una ocasión para comprender que la arquitectura, como todas las demás formas de expresión artística, es nada más que un intento de comunicar algo a las demás personas, un intento del ser humano de expresarse y comunicar el sentimiento y la percepción de una sociedad, su estilo de vida, costumbres, valores e ideales. Así como también comunicar su proyección al futuro y el deseo de dejar una huella en la historia para así ser recordados.
Esto es solo una muestra de la riqueza que tenemos en el Centro Histórico, riquezas olvidadas y desvalorizadas por la sociedad, que por la desinformación y desinterés se han quedado abandonadas y perdidas.
Entonces, ¿Valdrá la pena conservarlo y rescatarlo? ¿Valdrá la pena apreciarlo y conocerlo? Estas respuestas dependen de cada uno de nosotros, pero es evidente la importancia que tiene este “Centro Histórico”, pues en ese lugar es en donde se forjó nuestra ciudad, el centro es el génesis de la ciudad de Guatemala y a partir de ese punto es que hemos llegado a ser lo que somos. Debemos cambiar la precepción del Centro Histórico y comenzar a apreciarlo por lo que es, como la piedra angular de nuestra ciudad. Debemos ver para atrás y tratar de imitar y recrear esa ciudad que algún día existió: ordenada, tranquila, limpia y segura. No únicamente conformarnos con rescatar los monumentos dentro del Centro, sino que valorarlo por lo que fueron en su momento y tratar nosotros también, como la futura generación de este país, de crear una ciudad tan hermosa como lo fue el Centro Histórico en su momento.