Iván Palma/ Hábitat para la Humanidad/ Opinión
Tu que estás lejos de tus amigos, de tu tierra y de tu hogar
y tienes pena, pena en el alma, porque no dejas de pensar.
Tu que esta noche no puedes dejar de recordar;
quiero que sepas que aquí en mi mesa, para ti tengo un lugar.
Por eso y muchas cosas más,
ven a mi casa esta Navidad.
Cada diciembre que llega, me gusta escuchar esta canción compuesta por el cantante y autor argentino de música romántica Luis Aguilé. En el video antiguo de la canción, realmente pareciéramos recibir una invitación a una bella casa y una mesa servida para la cena de Navidad.
Sin embargo, nuestra realidad guatemalteca es muy diferente a la de esta bella canción. 4 de cada 10 familias aproximadamente, no podrían cantarla en el país ya que carecen de un lugar adecuado para vivir; mientras muchos otros guatemaltecos que carecen de un acceso a energía eléctrica, no podrían encender uno de esos famosos arbolitos. El nombre de la canción en el título, está modificado a propósito. No fue un error de escritura, es más bien, un cambio que unos amigos inspiraron en una de mis canciones favoritas.
El espíritu de esta canción durante décadas, a algunos nos ha inspirado a decorar nuestros hogares, luces, adornos, regalos bajo el árbol, velas aromáticas y por supuesto una deliciosa cena en la que todos quisiéramos ver la mesa llena de amigos y familiares compartiendo amor, paz y alegría. Incluso algunos compiten por tener la mejor decoración de la temporada.
Pero estos amigos hacen algo diferente en esta época, su enfoque principal no es la decoración de sus propios hogares, sino más bien la construcción de un hogar para alguien que no posee. No están pensando en agradar a sus amigos con presentes, sino en ayudar a un desconocido. La invitación no es para que sus familiares vengan a casa, más bien para que una familia sea propietaria de su propio hogar.
Para ellos la cena de navidad es llevarla a quienes no tienen alimento y un regalo especial, es extender un abrazo y una sonrisa.
Son voluntarios, personas desinteresadas que en esta época han decidido establecer la celebración en hogares desconocidos. Los veremos por diferentes lugares, visitando orfanatos y asilos, montando obras de teatro callejeras, compartiendo tamales y ponche a quienes duermen en las calles, recolectando abrigos y regalos para niños en todo el país. Si alguno de éstos viene a ti pidiendo una mano, no dudes en darla.
Hace poco, tuve la oportunidad de ser parte de uno de estos grupos de amigos que apoyaban la construcción de una vivienda para una familia en San Juan El Obispo, muy cerca de Antigua Guatemala. Jorge y Olga Ovando que pronto tendrían un nuevo hogar, estaban más que emocionados al ver a tantas personas que llegaron para ayudar sin siquiera conocerles. De pie en el centro del terreno, Jorge los miró con atención y para recibirlos dijo: “por más de 15 año he visto como este pueblo ha estado cambiando, muchas casas se construían hasta que este terreno fuera el único sin construcción, durante todo ese tiempo anhelamos nuestra casa. Hace poco junto con mi esposa nos dieron la buena noticia que comenzaría la construcción de nuestro hogar, me sentí dichoso, pero jamás me imaginé que tantas personas vendría de lejos a ayudarnos sin conocernos, no tenemos como pagarles lo que hoy están haciendo por nosotros, pero sepan que esta será su casa y pueden venir cuando gusten, siempre habrá un lugar en la mesa para ustedes”.
Fue entonces cuando recordé la canción de Luis Aguilé, estos voluntarios se están esforzando por construir la mejor de las viviendas en la zona, su energía y pasión en cada actividad adornaran esta vivienda iluminada por el brillo de los corazones generosos. Cada bloque fue puesto con dedicación y desde los cimientos hasta el techo será construida con esmero. Ahora tiene sentido el cambio en la canción:
Por este trabajo voluntario con dedicación, esmero y muchas cosas más… ven a tu casa (nuevo propietario) esta Navidad.
A través de estas manos y corazones voluntarios, tenemos aún la esperanza de un mundo mejor.
Imagen: Unsplash