Chahim Sakil/

Vivir y ver transcurrir los últimos años de la política guatemalteca, para un joven, puede llegar a ser muchas cosas:

Puede llegar a ser un tsunami de noticias que aparecen en cada una de tus redes sociales y que inevitablemente te recuerda que cada día hay más casos de corrupción, que estuvieron desarrollándose durante años, pero que todo había sido considerado tan normal que nadie lo cuestionaba.

Puede llegar a ser una inundación del sentimiento de impotencia, ante todos los casos de corrupción en donde los principales actores son aquellos candidatos que hace unos años pedían el voto de la ciudadanía con emblemas grandilocuentes.

O puede llegar a ser un despertar de conciencia y una reflexión sobre la situación y las acciones que se pueden tomar al respecto.

Ahora te pregunto a ti, ¿acaso llegó a incomodarte o  sentiste la necesidad de hacer algo al respecto? ¿Acaso no te puso el mundo de cabeza y te preocupaste por el mañana de tu país? Pues déjame decirte que si lo sentiste así, no eres el único. A los jóvenes guatemaltecos nos une la necesidad de crear cambios y por ende debemos de crear espacios que los promuevan.

Pero debemos detenernos a pensar un momento y darnos cuenta que si nos centramos en los aspectos coyunturales, en las acciones y reacciones que responden a la situación política del momento, no vamos a poder hacer propuestas que le otorguen soluciones reales a los problemas. Sin embargo, para crear propuestas, uno necesita aventurarse en la búsqueda o formación de espacios que estén orientados a combatir las razones de las problemáticas.

No tengas miedo a la incomodidad que la problemática de tu país pueda provocarte, porque si no te incomoda eso quiere decir que te sientes bien con la situación y además tienes (y tenemos) un problema más grande, porque el cambio se inicia con uno mismo, aunque suene a cliché.

Incomódate y haz algo al respecto; porque cuando por fin pones los pies sobre la tierra y la burbuja desaparece, dejás de ver e iniciás a observar y actuar de forma crítica y analítica ante esa realidad que no es para nada silenciosa.

Tiene voces latentes que te recuerdan que cada día debes levantarte convencido que como joven, como guatemalteco, tienes un compromiso con tu país. Para que la población indígena y las mujeres tengan participación en la política, para que aquella niña que viste en el semáforo tenga un futuro mejor y para que la historia de las 56 niñas del hogar seguro no se vuelva a repetir.

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