Carlos B. Muñoz/ Brújula/

Andrea descubrió la organización Save The Children gracias a su tía, le llamó la atención debido a su interés por la educación y su gusto por trabajar con niños.  Así fue como ayudó a montar bibliotecas en escuelas capitalinas y a partir de ello se dio cuenta de las condiciones desfavorables en las que se desarrolla gran parte de la niñez guatemalteca. Esto generó en ella una comprensión de las desigualdades y una afinidad por la promoción de la justicia social, así como también una pequeña dosis de envidia por esos niños: ya quisiera tener ella una biblioteca como la que  ayudó a construir.

Seguramente el ser voluntario nos ha atraído a todos en algún momento. En muchos se queda como un simple impulso pero en otros se convierte en una estadía de muchos años en la organización a la que deciden pertenecer y se identifican plenamente. ¿Qué lleva a que una persona decida involucrarse en una organización de forma voluntaria? La mayoría de voluntarios se justificaran de forma idealista en su deseo de crear un mundo mejor o ayudar a los demás. Pero también están los que se involucran porque se sienten solos o los que se deciden porque ahí se encuentra la persona que les atrae. No importa si el motivo es buscar pareja o promover la justicia social, hay algo que es claro: ser voluntario genera un sentido de vida en el encuentro con el otro.

Y es ese encuentro con el otro el que puede llegar a generar un compromiso político.

La organización Caritas define voluntario como aquel que “de un modo continuo, desinteresado y responsable dedica parte de su tiempo a actividades no en favor de sí mismo sino en favor de los demás o de intereses sociales colectivos”.  Además se diferencia de la caridad  porque, como nos explicó en su momento Aleida Solares,  no se trata de “ver desde lejos cómo se benefician de ello” como pasan con las donaciones, sino que es “trabajar hombro a hombro con quienes lo necesitan para crear una diferencia en su vida, al mismo tiempo que ocurre en la de uno mismo.”

El voluntariado se podría de dividir en 2 tipos distintos. El primero es el que se da de manera espontánea a la hora de desastres naturales o crisis políticas y sociales. Lo pudimos vivir recientemente con la tragedia del Cambray. Muchos por iniciativa propia tomaron su pala o su carro y con toda la buena voluntad, fueron a ver en qué podían colaborar. El Cambray es aleccionador de dos inconvenientes que se pueden dar en este tipo de voluntariados. El primero fue la cantidad de personas que llegaron con sus palas al Cambray y se toparon con que no podían colaborar, quedándose como simples espectadores. Este tipo de voluntariados por emergencias no permiten una necesaria capacitación para lograr una colaboración más efectiva. El segundo inconveniente es caer en la beneficencia descrita antes. Había mucha ropa (y tristemente pocos sobrevivientes) pero pocas manos para clasificarla. Pese a ello, este tipo de voluntariados espontáneos dan fe de la empatía que generan siniestros como estos y el compromiso que genera, ya no bajo el concepto de ciudadano con derechos y deberes sino desde una responsabilidad hacia el otro, desde su dignidad de ser humano.

El segundo tipo se trata de un voluntariado organizacional que se estructura a partir de una problemática, creando ONG’s  y asociaciones para aportar a su solución, llegando incluso algunas a ser transnacionales. Parte del éxito de los voluntariados es que generan una comunidad. María Paiz ya nos contaba de la importancia de la comunidad como generadora de “experiencias compartidas que les proporciona el entorno y muchas veces problemas y expectativas de lo que podrían resolver juntos.”

Las organizaciones de voluntariado vienen a recuperar el sentido de pertenencia que en su momento generaban los barrios y que se fueron perdiendo con el auge exponencial de la delincuencia.

Además es generadora de conciencia social, es común escuchar que los voluntarios se sienten privilegiados por la calidad de vida que poseen en contraste a las condiciones en las que viven las personas a las que ayudan. Esto a nivel personal permite valorar más lo que poseen, ya sea material o inmaterial pero también mueve la conciencia a la necesidad de transformar la sociedad en una más justa e inclusiva. Esto se manifiesta de manera más evidente en voluntariados que siguen una línea determinada. Es el caso de Techo, que promueve la superación de la pobreza a través de la construcción de viviendas y que ha tenido bastante éxito especialmente en las poblaciones jóvenes. Contrastando con esta asociación, es manifiesta la inefectividad del gobierno en materia de políticas públicas para construcción de viviendas.  La meta de Techo para este año es construir 750 viviendas mientras que el Estado aún no ha terminado de darle vivienda a los afectados por el Cambray, 20 familias siguen viviendo en un albergue.

En el sitio Guate Voluntaria se enlistan los diferentes voluntariados que hay en el país, que se enfocan en temas medioambientales, lucha contra la pobreza, educación, lucha contra la violencia, etc.. Además Soy 502 ha enlistado diferentes voluntariados internacionales que vale la pena conocer.

El voluntariado permite un encuentro con el otro y con uno mismo. Es bastante común que los voluntarios sientan que reciben más de lo que dan y que luego de vivir la experiencia tenga mayor conciencia y compromiso socio-político. Si nuestra decisión es realizar un voluntariado, encontrar el que nos apasione es vital así como integrarse a uno que se comprometa con las causas estructurales del  subdesarrollo y no se limite a la beneficencia. ¿Cuáles son estas causas estructurales? Échale una ojeada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible para conocerlas.

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